El sistema económico no entiende y considera que podemos seguir depredando tanto los recursos minerales como los vivos y además a otras personas y continuar con el actual modo de vida de una minoría de la población; pero podemos movernos hacia un sistema que promueva el bienestar social. Es claro que el actual sistema económico ha generado riqueza y bienestar para algunas personas; pero condujo a una desigualdad lacerante, donde la proporción mayoritaria de la población vive sin gozar de bienestar. Esto es particularmente cierto en México, donde más de la mitad de la población vive bajo el nivel de pobreza.
Desde mi punto de vista, el aparentemente inagotable acceso a la energía, que han producido las máquinas de combustión alimentadas con combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) ha permitido el desarrollo de una economía voraz que no solo agota los combustibles fósiles, sino que depreda recursos naturales cambiando el desarrollo balanceado de los ecosistemas; además, modifica la composición de la atmósfera causando un cambio climático que está empezando a hacer más frecuentes los eventos extremos en nuestro planeta e incrementa las catástrofes que sufrimos.
El control del fuego permitió que la especie homo sapiens asimilara más fácilmente los nutrientes por lo menos desde hace unos cien mil años. El mismo uso del fuego, pero de manera diferente, condujo a que para inicios de siglo XIX el uso del carbón y la aparición de las máquinas de combustión incrementaran la disponibilidad de energía y para principios del siglo XX todavía la disponibilidad energética que ofreció el petróleo y que permitió el desarrollo de los motores de combustión interna que a su vez ampliaron las posibilidades de uso individual de la energía, independientemente de la eficiencia o impactos negativos en los entornos. Cada uno de estos desarrollos han posibilitado tener máquinas menos ineficientes y que permiten incrementar la disponibilidad de energía para ofrecer una abundante diversidad de productos y servicios que muchas personas demandan, aunque no lo requieran.
Es importante reconocer que a principios del siglo XIX el consumo de energía en el mundo era fundamentalmente de leña, a principios del siglo XX se compartían el consumo de energía entre la leña y el carbón, pero desde la mitad del siglo XX los combustibles fósiles han dominado completamente el consumo de energía en el mundo.
Desde mediados del siglo XIX, los avances en el entendimiento de la electricidad y el magnetismo condujeron paulatinamente al dominio de la electricidad que en la actualidad es evidente. Con este dominio de la electricidad se abrió una nueva oportunidad para brindar acceso energético a la población humana y a una masificación de la información sin precedente en la historia.
Por supuesto que la generación de la electricidad se puede hacer quemando combustibles fósiles, pero el avance científico tecnológico nos ha conducido a que podamos usar fuentes renovables de energía. Estas fuentes como la solar y la eólica amplían las posibilidades de acceso a la energía para la población en general sin emitir gases de efecto invernadero en el punto donde se genera la electricidad.
Estamos en el punto crucial donde las fuentes renovables pueden ser masificadas y generar la energía en el punto donde se requiere, en el lenguaje energético, de generar distribuidamente. Es claro que estamos en el umbral de la electrificación del sistema energético mundial.
Sin embargo, el actual consume de energía en el mundo se base en el uso de los combustibles fósiles, con el petróleo aportando poco más del 30 %, el gas alrededor del 25 %, situación similar para el carbón y el 20 % restante se comparte entre las renovables, la leña, la nuclear y la hidroeléctrica. La transición energética hacia las fuentes renovables es un hecho y debemos prepararnos para ella.
Dada la variabilidad de la generación con renovables y a la flexibilidad en el lado de la demanda que incrementará la eficiencia energética es de vital importancia el diseño y construcción de un sistema de transmisión y distribución de electricidad verdaderamente inteligente.
La implementación de este sistema de transmisión y distribución es un verdadero nicho de negocio para la empresa que se enfoque en ello.
Este es un llamado para CFE, que desde mi perspectiva, debe concentrarse en la implementación de este sistema. Adicionalmente, con un sistema inteligente y que además considere como un objetivo específico la disminución de las diferencias entre accesos a la energía en la población se impactará positivamente en la construcción del bienestar social.
Por estas razones considero que la reforma eléctrica propuesta pierde de vista el objetivo de primero los pobres y se enfoca en primero las empresas del Estado. Esto último para nada es deseable ni fue por lo que la población votó en el 2018. La población votó por la disminución en las desigualdades, votó por primero los pobres y la reforma eléctrica no apunta en esa dirección.
La electrificación está en marcha, podemos acelerarla y prepararnos para ella. Evitemos continuar con las desigualdades en el acceso a la energía.
Es necesario tener un sistema de transmisión y distribución que promueva el acceso universal a energía renovable.