Los problemas de salud relacionados con lo que comemos diariamente se han incrementado en los últimos años. Dos de estos problemas son el sobrepeso y la obesidad. La encuesta nacional de salud publicada en el 2018 mostró un incremento con respecto a la publicada en el 2012 en la población de 20 años y más. En el caso de las mujeres, el porcentaje de sobrepeso se incrementó de 35.5% a 36.6%, y para obesidad, de 37.5% a 40.2%; para el caso de los varones, el sobrepeso se mantuvo casi sin variación entre 2012 y 2018 (42.6%), pero en el caso de obesidad, se incrementó de 26.8% a 30.5%. El aumentó en la obesidad fue importante, lo que marca una tendencia en estos siguientes cuatro años.
Otro aspecto que hay que considerar es la población adolescente (12-19 años), los próximos adultos, que presentaron mayor incidencia de sobrepeso que de obesidad. Estos dos padecimientos, sobre todo en la edad adulta, son factores de riesgo primarios para la adquisición de enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, diferentes tipos de cáncer y síndrome metabólico, principalmente. La tendencia al incremento que se muestra en los índices de sobrepeso y obesidad, y sus enfermedades relacionadas, traerá consigo ausentismo en el trabajo, con el respectivo impacto en la economía y un incremento importante en los gastos del sistema de salud para el tratamiento de todos esos padecimientos.
Debido a los estragos que causan el sobrepeso y la obesidad en la salud de la población por los padecimientos que generan, así como en la apariencia de las personas, han surgido empresas que comercializan productos que “garantizan” bajar de peso en pocos días y sin dejar de comer. Sin embargo, en mi opinión, no hay receta ni comida mágica que pueda hacer que la persona pierda peso de forma acelerada. Si nos remontamos a la historia, Hipócrates decía … “que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”. Esto quiere decir, que los alimentos que consumimos, los cuales vienen de materias primas que se siembran y cosechan en nuestras regiones, así como sus métodos de preparación y conservación, tienen impacto en las diferentes moléculas y compuestos que lo forman y cómo estas se digieren en el sistema digestivo y llegan a los diferentes tejidos y órganos del cuerpo, en los cuales producen un efecto positivo en la salud. Ahora se sabe que, durante el procesamiento y almacenamiento de los alimentos, se producen diversas interacciones que hacen que los componentes del alimento actúen de forma positiva en el organismo.
Por ejemplo, al cocinar una olla de frijoles como lo hacían tradicionalmente nuestras abuelas, según ciertas costumbres adicionaban epazote y cebolla. Una vez cocinado, se guardaba, ya en tiempos más modernos en el refrigerador, y al día siguiente sacaban la olla del refrigerador y se recalentaba para consumirse.
Este procedimiento continuaba hasta su total consumo, lo que no se sabía es que durante la cocción algunos compuestos de la cebolla y el epazote se iban al caldo y al consumirse podrían absorberse hacia la sangre y ejercer alguna actividad que regulara el metabolismo de algunos compuestos. Además, se modificaba la estructura del almidón presente en los frijoles durante los ciclos de calentamiento y enfriamiento, lo que evitaba que se metabolizará en el organismo para producir glucosa, reduciendo así el suministro de calorías al organismo.
Otro ejemplo son los maíces azules que contienen antocianinas, reconocidas por su capacidad de atrapar y remover del organismo radicales libres, los cuales son asociados con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Adicionalmente, en los últimos años se encontró que estas antocianinas pueden inhibir las enzimas que hidrolizan el almidón, con lo que disminuye el aporte calórico del alimento. Se ha postulado que cuando comemos diferentes platillos y bebidas, esos componentes pueden interaccionar en el sistema digestivo, modificando el grado de digestión de los diferentes componentes, lo que puede tener un efecto positivo en la salud del consumidor.
Por ejemplo, a unos bistecs a la mexicana con frijoles y arroz, y tomar un vaso de agua de jamaica, las antocianinas de la jamaica van a regular la velocidad de digestión del almidón, ya sea por inhibición de las enzimas que lo hidrolizan o por inhibición de los transportadores de glucosa hacia la sangre, lo que hace que sea menor el aporte calórico.
Es por eso decimos que no hay “comida mágica”, que cada persona debe ir conociendo de qué forma consume sus alimentos, ya sea recalentados, como las tortillas, con un vaso de agua de jamaica con poca azúcar durante el consumo de alimentos, consumir frutas, verduras (como nopal), etc., de tal forma que pueda sentirse bien y que su digestión sea buena. De aquí ha surgido el concepto actual de “nutrición personalizada”, que lo que puede hacerle bien a una persona no necesariamente les hará bien a otras. De igual forma la cantidad de esas raciones que consumimos, ya que como se dice popularmente “nada con exceso, todo con medida”.
Complementando esto con actividad física ligera unos dos o tres días a la semana, creo que podemos reducir de forma importante el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad, dos problemas de salud que han cobrado muchas vidas en el país.