El informe completo puede –y debe– ser leído en el sitio web del Centro Nacional de Comunicación Social [1]. Este informe es devastador para la PGR, porque con fundamentos físicos y químicos se niega tal versión –falsa hipótesis, debiera ser llamada. El espacio disponible, la cantidad de combustible y la logística de su transporte a Cocula están un orden de magnitud por encima de lo que los tres perpetradores detenidos por la PGR dijeron a la televisión.
Es grave que los medios hayan guardado un comedido silencio, con pocas excepciones como La Jornada [2], y que el doctor Montemayor haya recibido amenazas telefónicas (¿de quién?). Básicamente, la hipótesis superviviente sugiere que fueron usados hornos crematorios profesionales, como los que utilizan las agencias funerarias, algunas industrias y las que hay en algunas bases del ejército y la marina. El informe propone como línea de investigación rastrear el uso de gas en la región centro del país después del 26 de septiembre de 2014, para detectar el pequeño pero significativo pico que hubiese en alguna instalación de entre aquéllas. No he sabido que la PGR haya reaccionado al Informe Montemayor siguiendo esta pista. En su lugar, el director general de Comunicación Social de la Secretaría de Defensa Nacional envió el 7 de enero una brevísima nota a La Jornada, no disputando los cálculos de termodinámica del Dr. Montemayor, sino simplemente diciendo “…le hago saber que ninguna instalación militar del país cuenta con crematorios.” [3]. A esto, el domingo 11, en entrevista con Sanjuana Martínez, el humanista y defensor de derechos humanos General José Francisco Gallardo afirmó que sí los hay y que él puede indicar dónde está el del Campo Militar Número Uno [4].
Viene al caso mencionar la batalla dada por los doctores Luis Mochán y Alejandro Ramírez desde Morelos para demostrar que la famosa y cara varita mágica GT-200 (“la uija del diablo”) que usaba el ejército para “señalar delincuentes” era un fraude total. Tuvo que participar la Academia Mexicana de Ciencias A.C. para que se llevara a cabo un experimento para determinar lo evidente: que las labores de inteligencia no tienen voz en ejército y que a éste le molesta mucho que se lo recuerden. Sin disculpa pública, el asunto se desvaneció después de que en Inglaterra colocaron al productor de los GT-200 en prisión.
Pero es elemental, mi querido Watson: alguien miente en grande. Las divisiones de inteligencia de la PGR deberían revisar seriamente su primera hipótesis, basada en tres testimonios muy fabricables; no barrer la evidencia física, detallada en el informe del Doctor Montemayor, bajo el tapete. Porque podría tratarse de un crimen de gobierno, aún si no fuese del Estado. La resonancia internacional que tuvo el suceso en Iguala aquel 26-27 de septiembre posiblemente disminuya conforme otros hechos terribles ocupen su atención. Pero en México no será difícil que el movimiento alrededor de los padres de los normalistas se refuerce con otras demandas de justicia, sociales y económicas, mientras no aparezcan con vida los 42 estudiantes restantes, o se les dé una explicación creíble y sincera. Dudo que a estas alturas los encuentren vivos en alguna mazmorra del Palacio Nacional, pero sí algún rastro en instalaciones funerarias y castrenses. No renunciará el Presidente ni habrá golpe de estado porque no lo permitiría Washington; demandar esto no tiene sentido.
En el peor de los casos, si hubo delincuencia organizada por ocultar la información sobre los eventos de Iguala por parte de las autoridades federales ¿qué hacer? El problema es de credibilidad, y eso no se resuelve con discursos acartonados, aunque se vean bonitos y estén bien escritos, o incluso sean correctos. La presencia de expertos forenses argentinos aseguró que entre los restos encontrados estaba el ADN de uno de los estudiantes, aunque no se sustentó dónde los hallaron. Lo mejor sería invitar a organismos internacionales, como ya se ha hecho con algunos, no solamente para que coadyuven sino que lleven a cabo la investigación sobre los hechos y, en caso de haberlas, sobre las tergiversaciones en la información oficial que nos fue dada. Antecedentes para estas acciones se han dado antes en Bosnia-Herzegovina, que concluyeron con el enjuiciamiento de un ex presidente y su general en La Haya. No faltarán quienes griten “¡la soberanía está en peligro!”; la superaremos porque la verdad y la justicia vienen antes.
[1] http://www.cencos.org/comunicacion/cientificos-desmienten-a-pgr
[2] Javier Flores “Buscar la Verdad” La Jornada 06/01/2015, http://www.jornada.unam.mx/2015/01/06/opinion/010a1pol