Les comento que en estas líneas es complicado hacer análisis y argumentar con detalle, sin embargo traté de hacerlo en aquella ocasión. Otros, me invitaban a no votar. Respecto a este punto, les tengo que comentar que en días pasados tuve que renovar mi pasaporte y en la interminable cola para recogerlo entablé una amena plática con una mujer que impulsaba la propuesta de no votar. Coincidimos en que ambos lamentamos el no poder escuchar a Carmen Aristegui en las mañanas, que disfrutamos de escuchar “Primer Plano” los lunes por Canal Once, que leemos los periódicos locales; pero claramente diferimos en la propuesta de votar o no votar. Le comentaba que yo no renunciaría a poder decidir, que no todos los políticos o los partidos políticos eran iguales, que la forma de protestar era escribir, manifestarnos y proponer alternativas de solución.
Ella me argumentaba que el votar era validar el gobierno, que todos los candidatos son iguales y no nos representan. Para hacer breve el relato, finalmente ambos recogimos nuestro pasaporte y nos despedimos con buenos deseos, sabiendo que compartíamos ideas y preocupaciones; pero sin habernos convencido el uno al otro. Este sábado nuevamente tuve una plática con entrañables amigos, una colega de mi esposa y su hijo, antiguo discípulo en el ámbito de la física, con ellos también llegamos al punto de discutir sobre las elecciones. Nuevamente salió el tema del no ir a votar y en esta ocasión coincidimos en el punto de vista: Tenemos que ir a votar y seleccionar dentro de las opciones disponibles y que con nuestro actuar o no actuar hemos construido.
El domingo leí una ilustrativa entrevista a José Woldenberg por parte de Miguel de la Vega en el Reforma, donde el Dr. Woldenberg comenta sus razones para ir a votar. Coincido plenamente con sus planteamientos y considero que los votos son para elegir, escoger a nuestros gobernantes y que si no tenemos un mejor gobierno es porque nosotros mismos no lo construimos. Parte de estos argumentos, que algunos consideran palabrerías, los manifesté la semana pasada y fueron compartidos por otros lectores. Reitero, debemos participar con los políticos y construir nuestra sociedad, la sociedad que queremos.
En estas breves líneas tengo que comentar, que mi escrito de la semana pasada, desde mi perspectiva, apuntaba a diversas ideas que pueden ser promovidas en Cuernavaca, y por lo tanto en otras ciudades. Claramente, estas propuestas son promesas y, por supuesto, promesas de campaña de algunos candidatos. De nosotros depende construir los mecanismos para asegurar que se cumplan.
La elección de los diputados o de los presidentes municipales no es una cuestión de representación, sino una toma de decisión para elegir entre las opciones que tenemos.
Desde mi perspectiva el que cada vez más ciudadanos manifestemos nuestras ideas, intercambiemos opiniones, propongamos alternativas de solución a los problemas, participemos en la vigilancia del ejercicio de la autoridad, nos informemos e informemos, generemos conocimiento de nuestro entorno para poder decidir con todo esto; nos dará la fortaleza como sociedad.
Lo anterior puede parecer palabrerías y dichos que todos sabemos, pero mientras no logremos que una buena parte de la sociedad (cuernavacense, morelense, mexicana o del mundo) actúe, tendremos los gobiernos que elijamos o los que dejamos que otros lo hicieran.
Es más, un punto muy importante que debo mencionar es que para elegir a un diputado, presidente municipal, gobernador, senador, o presidente, no es necesario estar totalmente de acuerdo con ellos o coincidir en todos los aspectos o sus propuestas. La elección debe basarse en el hecho que somos diversos, pensamos diferente y, aunque somos individuos, construimos un ente social que puede conseguir el bienestar social, sólo mediante la toma de decisiones democráticas informadas.
Desde mi punto de vista, solamente existe una plataforma política construida con miras a construir una Cuernavaca Sustentable que primero involucra a muy diversos actores que mostraban seriedad y compromiso en diferentes partidos, donde luchaban por impulsar ideas ciudadanas. Segundo contempla acciones que promueva el respeto a la sociedad de derechos, que mejore los servicios que ofrece, que se ocupe de la seguridad, que tenga una vocación de servicio y que genere oportunidades. Tercero, que tenga claro los límites y ámbito de competencia del gobierno de una ciudad. Por estas razones, aunque puedo diferir en algunas acciones, mi voto convencido e informado es para recuperar Cuernavaca.