Ser sexuados no se elige, necesitar sentir placer y goce del cuerpo tampoco
"La vida que vibra en nuestro interior nos impulsa al contacto, al placer, a la búsqueda de satisfacción en muchos niveles, desde el más básico que es la lucha de nuestro organismo por reproducirse, hasta los anhelos más profundos de amar y ser amado, de sentir y ser sentido y de gozar y ser gozado en el contacto piel a piel."
El sexo que no llena, que deja vacío, que deja una sensación de ser sucio y con sentimientos de culpa, el que hace que las personas se sientan miserables y quieran quitarse la vida es el sexo aberrante. Aquel en el que las personas se usan y el amor no está presente ni compromete con el ser entero de quienes de él participan. El que no sirve para que las parejas se unan, se sientan fundidas con el otro, en que el amor se incrementa y el gozo también. El sexo que es para jugar con el otro a ver quién tiene más poder, que humilla y no cuida ni los sentimientos ni la integridad de quienes son sometidos, ese sexo es aberrante.
Quien practica el sexo con el afán de someter a otra persona, quien lo hace con ideas y fantasías de crueldad, de sobajamiento u otras sin respeto a la dignidad de su pareja o de sí mismo está en una relación sexual aberrante, es decir, desviada de lo que naturalmente es lo mejor.
La palabra "natural" tiene un significado muy ambiguo. Pero la definición que ofrece la terapia psicocorporal para este concepto es sumamente útil para ayudar a las personas a saber si están o no en una relación sexual aberrante o perversa (es decir, desviada de lo natural).
Lo natural, según Wilhelm Reich es que la sexualidad para ascender al más pleno goce de todo nuestro ser necesita de dos ingredientes fundamentales de la energía del cuerpo: 1) El deseo de tocar el otro cuerpo y fundirse con él, de poseerlo que expresa la función más básica de la agresividad: tomar lo que se desea. 2) La ternura, la dulzura nacida del corazón y que busca el amor, la con-cordia, la comunión emocional. Ambos ingredientes, así como la suspensión del "control" racional de los impulsos, dejándose llevar por las reacciones espontáneas de nuestros cuerpos, conforman los que se denomina "abrazo genital", o en términos coloquiales: "hacer el amor". Ahora bien, la sexualidad plena es la que implica un placer corporal total y no sólo el placer genital resultado de la penetración física mediante los órganos genitales. Por lo tanto, la sexualidad plena y más satisfactoria es en la que hay una entrega total no sólo física sino amorosa y en la que el cuerpo está vital, sano, sin bloqueos bioenergéticos ni actitudes de negación al placer.
En resumen, el sexo que no es por amor es aberrante y perverso, convierte al otro en un objeto de masturbación o de ejercicio del poder, pero no en "la persona amada". Además de quien ejerce el sexo con otro fin que no es el amor produce un estasis de la libido que altera el equilibrio energético en su cuerpo. Esto favorece la formación de un tipo de carácter neurótico –según Wilhelm Reich- que se manifiesta físicamente con un acorazamiento. Es decir, tendrá tensiones musculares, ansiedad, opresión en el pecho y/o otros padecimientos psicosomáticos. Además de tener formas de pensar que justifiquen su insatisfacción y la canalización inadecuada de la energía: a buscar excesivamente algo que nunca les sacia: más sexo, más poder, más dinero, etc. No estamos diciendo que la represión sexual amorosa sea la única causa de la distorsión de la personalidad, pero si hace una poderosa contribución.
El trabajo con la coraza o armadura muscular es parte fundamental de un tratamiento terapéutico psicocorporal. Entonces los conflictos en el carácter salen a la luz, aún los negados por la persona conscientemente.
La vida que vibra en nuestro interior nos impulsa al contacto, al placer, a la búsqueda de satisfacción en muchos niveles, desde el más básico que es la lucha de nuestro organismo por reproducirse, hasta los anhelos más profundos de amar y ser amado, de sentir y ser sentido y de gozar y ser gozado en el contacto piel a piel. El sexo con amor es una de las necesidades básicas de todo ser humano. Y no satisfacerlo tiene consecuencias negativas, entre ellas las enfermedades psicosomáticas. Su insatisfacción también influye en nuestras emociones y la intensidad en la que se manifiestan y por supuesto, afecta la forma en la que nos relacionamos con los demás, de manera más crucial con quienes nos despiertan el deseo sexual.
Ser sexuados no se elige, necesitar sentir placer y goce del cuerpo tampoco. Se elige qué valores, qué fantasías, qué creencias, qué responsabilidades, qué compromisos, qué actitudes, qué juicios nos hacemos, nos planteamos o sostenemos acerca de nuestra sexualidad.
Eso significa que la sexualidad se enferma, se pervierte o se vuelve adictiva por dichos valores, fantasías, creencias, responsabilidades, compromisos y actitudes. También el choque entre esta forma de pensar y la de otro con quien formemos pareja sexual, los caprichos respecto a lo que cada uno quiere o hasta incluso los juegos de poder, disturban el curso natural de la sexualidad, el dirigido fundamentalmente por las hormonas y por el organismo en su conjunto, en este plan de la naturaleza no sólo de reproducirse, sino también de gozarse. Pero el goce sin amor no existe porque la energía del corazón se reprime y la persona se endurece, su anhelo de amor y de unión se anula y se vuelve algo fútil y superficial.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. www.facebook.com/crecimientoemocionalintegral