Aquí la cuestión es porque la manera tan veloz de perder puntos, cuando a estas alturas un equipo político profesional solo cuida la elección, que tiene efecto en un mes exacto.
Tenemos que decir lo siguiente que pareciera incongruente pero no lo es: Jorge Morales Barud, el candidato priista en Cuernavaca ha enchufado con la gente y hace valer las estructuras con quienes lo debe hacer. Transita con relativa tranquilidad y no aparecen nubarrones en su camino. Queremos suponer que no hay un solo priista que no desee el triunfo de Amado, así como es evidente que la distancia del de Mazatepec con Manuel Martínez es cada vez más grande. Amado tiene que ser preciso con la realidad, puesto que hay personajes que les ha creído y le han hecho daño. Pero ni siquiera lo intuye, está lejos de ese punto de análisis.
Un hecho que lo que parecía una campaña tipo Día de Campo para el PRI, se ha complicado. Hay más interés entre los cercanos a Amado por quitar del PRI a Manuel Martínez Garrigós que en posicionarse verdaderamente. Ha faltado en la entraña orihuelista la palabra razonada, el jalón de brazo a tiempo, quien imponga el peso de la realidad sobre las ocurrencias. Y no decimos que ha perdido. No. Solamente que ya no es imposible que eso suceda porque el “tragado” de puntos porcentuales históricamente siempre beneficia al que viene de atrás y, dicen los políticos que saben: “Caballo que alcanza, gana”.
Claro que se nota la falta de entusiasmo de Manuel Martínez Garrigós como dirigente. Hace su trabajo sin la pasión que todos le conocen, porque el nieto de don Gustavo hasta para pelearse le entra con todo. Esta vez, no. sabe su partido en lo que respecta a Amado. Sin embargo, en Cuernavaca y su periferia, es evidente su presencia y operación. No sabemos exactamente los por qué de su distanciamiento con Amado, si es todavía la resaca de perder la nominación, el trato indiferente del mazatepequence. Es vital para el PRI que estos dos personajes públicamente aparezcan trabajando. No hay pretexto de no querer “atravesarse” porque no disputan entre ambos, ya nada. No hay excusa de Orihuela para que en estos días cruciales redistribuyan responsablemente las tareas y hagan el esfuerzo. El político—político –en extinción, por cierto—entiende cuando le hacen las llamadas con tiempo. El que juega en la política requiere de esfuerzo y talento natural que lo vaya metiendo en el duro esquema. En estas lides donde se juegan un gobierno, inadmisibles las ocurrencias, el equipo de trabajo trae la estrategia en apuntes, paso a paso, minuto a minuto. Una desatención es mortal. Se han dado varias. Notamos que empiezan a aventarse las culpas unos a otros, es ese un síntoma del camino a la desesperación. Vemos que las cifras (por mayor o menor credibilidad del medio o la casa encuestadora) los inquietan. Ante del miércoles, eran simples comentarios la distancia entre Manuel y Amado. Ayer ya era casi general, y hoy denlo por hecho, o toman medidas aquí y en el CEN del PRI, o no recuperan el gobierno estatal.
Los responsables parecen ser Amado y Manuel de lo que venga, el triunfo o la derrota, porque ninguno de sus “cargadores” va a compartir el sentimiento de caerse en una silla, apabullado, conscientes de que lo tenían en sus manos y se les fue. La prisa de Amado por quitar a Garrigós del PRI tiene otro plazo luego del 1 de julio. Si no gana, ni siquiera eso podrá hacer. Poco dados a escuchar a sus propios asesores, Martínez Garrigós y Amado Orihuela, hoy no tienen otra que reflexionar con rapidez, aplicar la palabra mágica llamada HUMILDAD, ponerse de acuerdo, aceitar una maquinaria que existe, ahí está e ignoran, y ponerse las carrilleras priistas como tanto presumen ser.
En posiciones posibles pero en la imaginaria, perdiendo Amado gana Manuel y es diputado local. Podrá saberle sabroso el desquite de no ser el quien hoy seguramente tendría amarrada la elección, porque el muchacho sabe del tema. Y si Amado gana todo, Manuel no entra como diputado, lo quitan del PRI y que se vaya de viaje a cualquier lugar del mundo que le falte conocer.
Acostumbrado más a perder que a ganar, para el joven Manuel parece un escenario menos traumático. Sabe tragar camote, lo hemos visto.
El caso de Amado es opuesto, nunca ha perdido una elección, ha ganado en su región, ha sido diputado federal, en efecto no ha brillado en cargo alguno, en el debate se vio limitado, así es, para los conocedores le falta envergadura de posible gobernador. Nunca un hombre de campo ha gobernado esta tierra. Es su oportunidad, lo sabe. Difícil que le jueguen las contras en las entrañas de su partido, pero no imposible. Se han agraviado las personas y le han pegado a la institución de la que no son dueños y sus mismos compañeros les pueden cobrar caro.
No queremos decir que Graco y sus Chuchos nos van a gobernar, pero de cara a la realidad y en caso que así fuera, imagínense el combate de los morelenses para librarse de una caterva de probados bandoleros, ya Bejaranos, ya Ortega, y Zambrano. Habría que estar ahí para darse el tiro. A lo mejor Graco es un excelente gobernador. Qué no diéramos.
Pero tampoco queremos ocurrentes, abusivos, folclóricos, solamente que la carta es corta y el menú no se antoja. Pero no hay de otra sopa.
En tanto, los del PRI tienen solamente 30 días para regresar las aguas a su cauce. Y contando…
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Hey
El impostor de Graco se exhibe más como un encomendero de tierras… Compartelo!