Sociedad
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De chacuacos y otras historias


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Zacatepec. El chacuaco se levantaba viril, por entre las palmeras. Era la construcción más grande de Morelos: tenía seis metros de diámetro y 110 de altura. El sismo del 19 de septiembre de este año lo afectó seriamente: perdió por lo menos 20 metros de la corona y los fragmentos dejaron 24 heridos y mataron a dos obreros.

La gente del pueblo se extraña cuando observa a los obreros como minúsculas hormigas de azúcar desbaratando a esta construcción que era un símbolo de Morelos, para los obreros y para los futbolistas.

Alfredo Ventura Rangel, habitante de Zacatepec, cuenta que él trabajó en la construcción de la chimenea.

“Yo era un muchacho de trece años todavía y conduje un camión que transportaba grava y arena para la construcción de la chimenea gigante, el camión era de mi padre, Felipe Ventura Domínguez, quien tenía más camiones que acarreaban caña. Los camiones eran de volteo, de tres metros cúbicos. Fueron seis meses los que duró la construcción y no se hizo con material común y corriente, fue con varilla de una y media pulgada, muy gruesa, y no se amarraron las varillas, sino que se soldaron con soplete. Recuerdo que fue mi primer empleo allí, después, seguiría yo trabajando en el ingenio, como todas las personas que somos de este pueblo”.

El ingenio Emiliano Zapata fue inaugurado por el general Lázaro Cárdenas del Río el 5 febrero de 1938, pero el chacuaco se inauguró en octubre de 1955. De acuerdo con el historiador Agur Arredondo Torres, antes había una chimenea de metal, según fotografías de la época.

Alfredo Ventura relata que el día de la inauguración hubo una gran fiesta con cohetes y comida, en la que participaron todos los obreros, cuatro mil ochocientos, y también el pueblo, que de inmediato hizo suyo al gigante.

Los pobladores de Zacatepec dicen que ya no será lo mismo. Alguna de las personas que han viajado al extranjero, como Felipe Pérez Domínguez, relata que cuando estaba en Arizona trabajando en un restaurante de lavaplatos tenía jornadas grandes agotadoras y se acostaba para dormir cuatro o cinco horas y que cerraba sus ojos y lo último que veía en su mente en la oscuridad era la calle y las palmeras y el fondo el chacuaco; cuando se levantaba para trabajar era también lo primero que tenía en la cabeza.

Por eso cuando regresó hace diez años a Zacatepec lo primero que vino a ver no fue a su familia, con la que tenía comunicación casi todos los días, sino al chacuaco, que siempre le pareció algo que no era de cemento o varilla, sino que era algo vivo, algo que estaba protegiendo al pueblo.

Gerardo Barrios Torres, ingeniero y propietario del restaurante La Catrina, en Jojutla, propuso que en Zacatepec, en su momento, se construya un arco y en una de las esquinas se edifique un pequeño chacuaco con la palabra “Zacatepec”, de esta forma, dijo, permanecerá el elemento que le da identidad al pueblo.

En una nota del 4 de julio de 2012, publicada en el Sol de Cuernavaca, la periodista Angelina Albarrán dio a conocer que parte de la corona de la monumental chimenea del Ingenio “Emiliano Zapata” había sido afectada por diversos sismos, por lo que se había ordenado una reparación a la misma. Víctor Manuel Velarde Díaz, secretario general del Sindicato de la Sección 72 de los azucareros le dijo que la restauración era sólo para conservar al chacuaco como símbolo, pues éste dejó de utilizarse desde la zafra 2011-2012.

 

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Máximo Cerdio

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