I
La mujer joven, delgada, morena, entra primero y sube las escaleras hasta la recepción del hotel donde pide un cuarto. El hombre –adulto mayor de sombrero y morral– la sigue a cinco pasos. Una cuadra arriba, en calle Agustín Aragón y León, se pusieron de acuerdo sobre el tipo de servicio y el precio.
Quince minutos después, sale ella de prisa y baja hacia No Reelección, detrás pero ya no siguiéndola, va el hombre, fajándose el pantalón todavía.
La calle con cintura de muchacha flaca donde abundan fondas y puestos de tacos, los recibe con su barullo y sus olores mezclados.
II
La calle Agustín Aragón y León, localizada en el primer cuadro de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, es una de las más vivas. Comienza en avenida Morelos, se corta en Mariano Matamoros y muere en No Reelección. Consta de tan solo dos cuadras cortas. Hay negocios de comida y hoteles de paso, cocinas económicas y algunas tiendas, principalmente.
De las 9:00 horas en adelante la calle se comienza a llenar de gente que va a trabajar o a hacer compras o trámites a la ciudad, los negocios se abren al público y Aragón y León sirve como una vía para llegar de un lugar a otro, caminando o en algún vehículo; esto es de lunes a viernes, los sábados y los domingos, la calle no es tan transitada porque algunas personas no tienen que ir al centro.
Después de las 22:00 horas hay mucho silencio y oscuridad, sólo permanecen encendidas la luz de amapola de la calle de los hoteles y pensiones, a los que entra una que otra pareja a tratar asuntos relacionados con el sexo, aunque en temporadas altas las habitaciones se llegan a ocupar totalmente.
De las 12 de la noche hasta antes que la luz del día inunde la calle, ésta es silenciosa. No falta el grito de algún beodo o el alarido de algún asaltado que caiga y descienda la angosta calle.
A los turistas y a los lugareños distraídos esta vía no muestra sus misterios.
III
Elena trabajó muchos años ofreciendo servicios sexuales en esa calle que llegó a conocer “metro a metro”. Ahora vende ropita tejida para bebé. No dejó el oficio porque estuviera muy vieja o fea, sino porque sus nietos comenzaron a crecer: le daría mucha pena que sus nietos la sorprendieran “puteando” en la calle frente a una de esas casas de huéspedes u hoteles económicos. Por eso decidió cambiar de giro. Ahora gana poco, pero la falta de dinero la compensa el cariño de los hijos de sus hijos.
IV
Hay, en todas las esquinas del mundo, ese instante en que la luz va revelando objetos amados que alguna vez ocuparon sitios íntimos: excusados rotos, sillones desvencijados, colchones inservibles, zapatos enfermos ya de neumonía, pantaletas rotas.
Y la resaca de la noche arroja a la línea de luz uno que otro cadáver.
V
El viernes 2 de marzo de este año, ocurrió una “desgracia” en una de las habitaciones del hotel La Paz.
Cerca de las 12:15 horas, personal de seguridad del palacio de gobierno recibió el reporte de que había una persona muerta en el referido hotel. Minutos después, agentes de la Policía Morelos llegaron al sitio a bordo de dos patrullas.
El encargado del establecimiento les dijo a los uniformados que la víctima estaba en la habitación 10.
Al entrar, los agentes vieron a un hombre ensangrentado, tirado junto a la cama. Tenía una pistola en una mano. En la habitación no había desorden.
Media hora después llegaron los peritos de la Fiscalía General del Estado para iniciar las investigaciones del caso, y a eso de 13:30 horas, personal del Servicios Médico Forense realizó el levantamiento del cuerpo de quien aún no había sido identificado.
Un empleado del hotel dijo que el individuo, un hombre joven, llegó la tarde del jueves y solicitó una habitación. Al día siguiente, una de las recamareras tocó la puerta para realizar el aseo, pero cómo nadie le contestó, ingresó y al entrar halló el cuerpo tirado entre las dos camas.
“El muchacho dijo que esperaba a una mujer”, afirmó una empleada del hotel, por lo que se presume que se quitó la vida por una decepción amorosa, aunque la autoridad no descarta que se trate de un homicidio.
VI
Víctor Cinta Flores escribió sobre la calle Agustín Aragón y León que allá por los años sesenta fue albergue de “prostitutas y suripantas”:
“Dada la instalación de casas de huéspedes paupérrimas, que se veían abarrotadas de trabajadores humildes por los bajos costos de las habitaciones y del tiempo establecido con las damas concurrentes en esos tugurios:
–Ven chaparrito no te va a doler y si te duele te va a gustar –citó la dama de minúscula falda y pronunciado escote.
–¿Cuánto? –pronunció tan sólo el que parecía tenía el oficio de albañil, pues todavía traía la cuchara al cinto.
–Cincuenta varos, pero tú pagas el cuarto –advirtió la señora.
–¿En qué hotel? –interrogó el alarife.
–¡Pues en la Fronteriza!, no te hagas güey manito –sentenció por fin la (h)etaira.”
VII
Cinta también explica que Agustín Aragón y León nació el 28 de agosto de 1870 en la villa de Jonacatepec, de Morelos. Sus padres fueron José H. Aragón, del rancho cercano de Amasongo, y Victoriana León, de Chilpancingo. Fue educado realmente en el hogar hasta que cumplió 13 años, época en que lo trasladaron a la metrópoli (enero de 1884) donde ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria. A fines de 1889 concluyó en ésta sus cursos que fueron los de todas sus asignaturas para ingeniería, medicina, arquitectura, farmacias y jurisprudencia, y por eso pudo ser alumno numerario de las escuelas de Medicina y de Ingenieros. En la preparatoria se distinguió como conferenciante público. Estudió para ser ingeniero topógrafo e hidrógrafo e ingeniero geógrafo y otras asignaturas de ingeniería de minas. El ingeniero Agustín Aragón y León se consagró al profesorado. Enseñó en la escuela de Ingenieros, Economía Política y Matemáticas superiores en la Agricultura, Historia Natural agrícola del ganado mayor y menor y Meteorología en el Colegio Militar. Así mismo en las dos Normales, fue examinador con honores en Geodesia y Astronomía práctica; de Cosmografía y Geografía y de Economía política y Derecho Constitucional. En 1888 empezó a estudiar el positivismo en su aspecto filosófico y en los siguientes años en el social, político y religioso. Funda en 1901 la Revista Positiva que edita a sus expensas y escribe más de 4 tomos de los 14 que lo forman. De 1896 a 1900 trabajó en la Secretaría de Fomento. En 1891 y 1892 trazó el paralelo de 31° 47’ de latitud norte entre México y los Estados Unidos. En 1907, en el mes de enero, se divorció de la enseñanza oficial y desde entonces y de lleno da su vida a la enseñanza positivista gratuita popular. De 1900 a 1910 fue diputado al Congreso de la Unión, y allí pronunció tres resonantes discursos; dos en defensa del Senador Lic. José López Portillo y Rojas en el Gran jurado de éste en noviembre de 1909 y otro a discutir el dictamen sobre la nacionalización de los ferrocarriles. Sus obras están en la Revista Positiva, en decenas de folletos en páginas inéditas en revistas extranjeras y nacionales de sociedades científicas. No tiene palmas académicas ni condecoraciones; es humilde escritor y apóstol de la religión de la humanidad.
Agustín Aragón y León falleció en la Ciudad de México, el 30 de marzo de 1954, en el antiguo Hospital Inglés. Sus restos fueron velados en su casa de la calle del Pino número 215 en la colonia Santa María la Ribera. Fue sepultado por decreto presidencial del Lic. Adolfo Ruiz Cortines, con todos los honores correspondientes, en la rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México, el 31 de marzo.