Docente de la UAEM advierte de la necesidad de detectar esa práctica y atender a tiempo a las víctimas.

El acoso y la violencia escolar pueden provocar el suicidio de la víctima, afirmó Luz Ximena Ramírez Bassail, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), quien señaló la necesidad de capacitar a los docentes para detectar este problema y canalizar a las víctimas a las áreas encargadas de su tratamiento.

Entrevistada sobre los efectos, consecuencias y tratamientos del acoso escolar, la especialista en psicoterapia explicó que este fenómeno ha existido en las comunidades educativas desde siempre, pero es en nuevos tiempos cuando se ha visibilizado más, en una gran medida por la existencia de las redes sociales, desde donde también se victimiza, lo que se considera  como ciberacoso.

Luz Ximena Ramírez dijo que es fundamental que en las unidades académicas los docentes desarrollen capacidad para detectar si existe un problema con los alumnos, al asegurar que el acoso y violencia en las escuelas es detectable por las conductas que muestran las víctimas.

“Tienen una baja en su aprovechamiento académico, se ausentan de las aulas y en general del clima de violencia; baja autoestima, no están concentrados en su escuela, ni en su familia”.

De acuerdo con la especialista, quienes sufren de acoso también sufren de depresión, ansiedad, pánico y muestran dificultades para relacionarse en su entorno estudiantil, son irritables, sin tolerancia, no disfrutan sus actividades y sufren una variación de su estado anímico en su entorno familiar, con su pareja y amigos.

En ese sentido, subrayó que los docentes tendrían que identificar  las conductas de los jóvenes, pero al no tener acercamiento con los alumnos, evita la detección del problema, “tenemos que ser más observadores y empáticos, acercarnos más para detectar”.

Al detectar la sintomatología de una depresión y ansiedad, la especialista considera necesario dar paso a un proceso terapéutico que inicia con escuchar a la víctima, desde la familia o los amigos, pero fundamentalmente que un especialista intervenga.

“La intervención tiene que ser integral. La primera intervención es en su crisis, con auxilios psicológicos, para apoyarle a tomar decisiones en ese momento, pero no tiene necesariamente que ser un especialista, puede ser alguien que forme parte de una red de apoyo que lo escuche”. Después viene un proceso de intervención multidisciplinario que incluye tratamiento psicológico, farmacológico  y terapéutico, si sus niveles de afectación lo requieren.