Sociedad
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Sin marcha, conmemoran migrantes aniversario luctuoso de Zapata

Chicago, Illinois, Estados Unidos. La fotografía en mi imaginación la había tomado ese mismo día, 10 de abril de 2010. Sería a las 5:30 de la tarde, desde un segundo o tercer piso: en primerísimo plano, los 100 zapatas avanzando juntos, ocupando la mitad de la Wood street, rumbo al National Museum of Mexican Art (NMMA).

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No fue posible. Minutos antes de iniciar la marcha programada para las cinco, el clima bipolar de la "ciudad de los vientos" hizo de las suyas y mandó lluvia y algunas cascarillas de nieve, disminuyendo la temperatura de 17 grado Celsius a 3, con sensación térmica de menos cero.

Alfonso Seiva García, vicepresidente de la Federación de Clubes Morelenses (FCM) dio la noticia: la marcha se posponía para tres semanas después, tiempo estimado en el que el clima de esta ciudad se estabilizaría.

Si bien este acto para conmemorar el centenario luctuoso del Caudillo del Sur era el más espectacular y por el que varios mexicanos viajamos desde Cuernavaca, Morelos, México, hasta Chicago, las actividades continuaron en el Museo Nacional de Arte Mexicano, localizado a unas cuantas cuadras de la Plaza Tenochtitlan, de donde saldría el zapataje.


La plaza

El aire se partía en tiras como puntas de navajas de gallos de pelea y rajaban la piel desnuda.

El cielo era gris y desde las calles húmedas las casas y edificios se levantaban uniformes como párvulos en escuela.

En la Plaza Tenochtitlan, punto de reunión de donde partiría la marcha, hay una especie de obelisco y en lo más alto un águila de metal devorando una serpiente. En días ordinarios es común ver allí a grupitos de hombres que aquí llamaríamos "pordioseros" o "teporochos" compartiendo sus bienes y su amplísima soledad.


El jinete y el tiempo

Es jueves 10 de abril de 1919, en Chinameca, Morelos, México. El clarín toco tres veces llamada de honor y, al apagarse la última nota, a las 14:10 suena una ráfaga mortal de balas que perforan la espalda a un jinete. El As de Oros relincha y se yergue en sus patas traseras. El tiempo aquí está detenido en una escultura de metal, debajo del arco de una puerta.

En el otro tiempo, el hombre suelta las riendas y comienza a caer desde la mueca de dolor de su cara hasta el suelo, donde queda el cuerpo ensangrentado del general Emiliano Zapata Salazar, jefe del Ejército Libertador del Sur, que no cumpliría cuarenta años de edad.

Hay un tiempo más. El hombre al que disparan por la espalda atraviesa el portón sin un rasguño y continúa su camino, las balas no le hacen nada: todos aquellos por los que luchó, lo que consiguió en la época en que anduvo físicamente por Morelos, las consecuencias sociales, económicas, jurídicas por las que él y sus hombres se sacrificaron, fueron más allá de su vida, lo hicieron inmortal. Ahora, 10 de abril de 2019, se encuentra a miles de kilómetros de donde quedó un cuerpo perforado por las balas el 10 de abril de 1919.

A ese hombre se debe el inicio de la revolución del sur, la lucha contra los hacendados que esclavizaban a los trabajadores a las tiendas de raya y los mantenían largas jornadas trabajando la tierra ajena, por años y por generaciones; a él se debe el inicio del agrarismo en México.


El museo y los festejos

A las 6:30 de la tarde continuó el programa por el centenario luctuoso de Zapata en el National Museum of Mexican Art.

Los mariachis recibieron a los cerca de 100 asistentes y hubo una lectura de una síntesis de la biografía de Emiliano Zapata Salazar. Roberto Pérez Celis, promotor cultural, habló sobre la coordinación que hubo para que el evento fuera posible.

Luz Adriana Robledo Valencia dio una breve charla sobre la influencia de la mujer en la revolución; Wilfrido Ávila platicó sobre la cultura y tradiciones de Morelos; Laura Crotte presentó un sketch sobre la revolución mexicana; Alicia Romero leyó un poema a Zapata; Alejandro Zenteno  (hombre de "poquísimas palabras") presentó su libro "Emiliano Zapata. Corazón de fuego" y para dar ritmo, "Son monarca" ejecutó varias piezas regionales de música mexicana.

Tocaba el turno de presentar su obra fotográfica sobre el Caudillo del Sur al maestro Antonio Berlanga, pero le advirtieron que tenía un brevísimo tiempo para ello porque el programa se había hecho muy extenso:

–Qué decepción, primero cancelan la marcha por frío y lluvia, y ahora te dan poco tiempo para presentar tu colección de retratos de Zapata. Yo haría un gran berrinche, me la sacaría y levantaría la pata para orinar al maestro de ceremonia... "Fotógrafo se orina en National Museum of Mexican Art porque lo censuran…"

Berlanga escuchó con atención, en sus ojos se veía que era capaz de tal hazaña, pero desoyó el consejo y apenas y pudo presentar su obra.

Después de la presentación de la serie de retratos del general Emiliano Zapata Salazar, se develó un busto de metal donado por el escultor Javier Dircio, a cargo de Antonio Cuesta, cónsul encargado de México en Chicago, acompañado por el Gerardo Dircio Jiménez, hermano del escultor.

Así acabó el día del centenario luctuoso del general en Chicago, una ciudad que, de acuerdo con Juan Seiva García, presidente de la Federación de Clubes Morelenses, contraria a otras de Estados Unidos, trata bien al migrante mexicano: "realizamos trabajos duros, no nos quejamos, tenemos la cultura del reciclar, es decir, reparamos algunas cosas que parecen inservibles y eso a los norteamericanos les gusta; además generamos impuestos".

Alfonso Seiva afirmó a su vez, que la mayoría de los migrantes morelenses en Chicago añora su tierra y a su gente, pero que conoce poco de la historia de México, de sus raíces prehispánicas, de la lucha de Emiliano Zapata. Los hijos de los migrantes, muchachos de entre 14 y 30 años, nacidos acá en Estados Unidos, tiene pocos vínculos con sus raíces tlahuicas y con sus héroes, ven lejano a Zapata y su lucha, sus ideales; identifican a Morelos con el chinelo, el brinco y los sones. Por eso es muy importante la conmemoración del centenario luctuosos del caudillo, porque estamos recordando algo vivo, la libertad, la tierra, la lucha por los pobres, esto acercará sin duda a los morelenses a sus raíces, dijo.


Zapata y los relojes

Antonio Zavala, periodista y escritor que radica en Chicago, contó que en los años setenta un grupo de mexicanos encabronados (él iba en el contingente) marchó desde Harrison Park hacia las oficinas del periódico Chicago Tribune, para que los directivos eliminaran (lo que finalmente lograron) un anuncio publicitario publicado en el periódico en donde aparecía ensombrerado Emiliano Zapata Salazar y dos relojes Elgin, uno de mujer y el otro de hombre, con el siguiente texto: "Your new Elgin is better than the Elgins Zapata was willing to Kill for in 1914", es decir: Tu nuevo Elgin es mejor que los Elgins por los que Zapata estaba dispuesto a matar en 1914.

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