Rodrigo, un chofer recién llegado a la Ruta 19, narra su día a día.
Hace cuatro días, Rodrigo empezó a trabajar en una combi de la Ruta 19, su experiencia como chofer es poca pero sus ganas de crecimiento son muchas, ya que sueña con ser su propio jefe.
“Voy a Tetillas-Loma, ¿verdad?”, pregunta al checador, y él asiente con la cabeza.
“¿Dónde es?, recuérdame”, le dice.
Ricardo Beltrán se ve presionado porque apenas lleva unos días en Cuernavaca, pero así es el trabajo del chofer y en ocasiones se ven apurados porque la demanda es mucha, relata, mientras cambia los letreros de su unidad.
Empezó como operador del transporte público en la zona oriente de Morelos. Hace tres años agarró su primer vehículo, una combi en Cuautla que después cambió por un taxi de Excelencia Plus, en Yautepec.
Expresa su gusto por manejar, por el trabajo y por la responsabilidad que tiene como hombre independiente.
Sentado frente al volante, señala que hizo su cambio porque su propósito es avanzar, ser mejor cada día y no quedarse en un solo lugar.
“Estaba en Cuautla, luego pasé a Yautepec y mi meta es avanzar hasta ser jefe”, afirma y arranca su unidad.
Atrás de Rodrigo, en una “ruta” de la misma línea viene Alejandro, quien manifiesta el estrés en un día caluroso y aunque quiere hacer bien su trabajo hay personas que discuten por cualquier cosa.
Por su experiencia de más de 20 años en el transporte público se considera un profesional frente al volante y porque se ha librado de los accidentes viales.
Afirma que lo más estresante para un chofer o al menos en su caso, es que la gente se queje de todo o se molesten porque los conductores manejan rápido, pero cada uno lleva su ritmo y seguridad en el volante.
Dice que su conciencia está tranquila porque en los años que lleva de servicio no ha registrado accidentes viales, no obstante, hay gente que se pone nerviosa y empieza a gritar a los conductores.
“Nos dicen cosas como ‘manejas como loco, no traes animales’, pero yo me siento profesional en mi trabajo y se los digo a mis hijos, me gusta ser profesional, aunque hay gente que se enoja por cualquier cosa, hasta cuando ellos no hicieron la parada a tiempo y los bajamos más adelante; nos gritan como si nosotros tuviéramos la culpa”.
Sin embargo, también hay usuarios que reconocen su error y ofrecen disculpas, dice Alejandro.
Uno de estos casos ocurrió esta semana: una mujer cuyo destino era llegar a la avenida Plan de Ayala no tocó el timbre de la ruta y se pasó, no dijo nada ni se molestó y bajó a la siguiente.
“Le dije, mire, para que yo haga bien mi trabajo pídame la parada antes, porque si no tocan el timbre no escucho cuando dicen ‘bajan’, por el ruido del motor, y dirán que exageramos, pero no, porque no es lo mismo que toquen el timbre a que nomás griten bajan´’, y menos si van en los últimos asientos”.