La conducción del transporte público lo trae en la sangre, porque desde que estudiaba en la secundaria le gustaba sentarse en los primeros lugares de la “ruta” para observar el manejo de la unidad.
Cuando cumplió 20 años empezó a manejar, y en la actualidad, José trabaja como chofer de la Ruta 20, pero -en general- son 16 años dedicados al transporte público.
A pesar de la contingencia sanitaria por el Covid-19, él se mantiene en el trabajo porque, dice, su pasión es el volante.
“Me gusta mi trabajo y por eso lo ejerzo. Soy de las personas que casi no les gusta descansar porque me gusta estar frente al volante; mi pasión es manejar”, dice orgulloso.
Recuerda que su primer día como chofer no fue como lo esperaba, pues no tenía experiencia en este sector; sin embargo, se arriesgó. Para José cada día es una oportunidad de aprender y hacer las cosas bien para ganarse el respeto de los demás, porque en este ambiente cualquier descuido del volante puede ocasionar algún accidente vial.
En los 16 años que lleva frente al volante, afirma, no ha sufrido ningún accidente, y para evitar desgracias, todos los días -al despertar- se encomienda a Dios y le pide lo regrese con bien a casa porque su familia lo espera.
Por la contingencia sanitaria José realiza tres vueltas al día; por cada una recibe 100 pesos, y aunque es poco, señala que hay que tratar de salir adelante.
Para su protección contra el virus usa cubrebocas y gel antibacterial durante su jornada; además, lava su unidad dos veces al día con cloro y jabón. También colocó una botella de alcohol-gel en su carro para los pasajeros, pero no todos hacen uso de este desinfectante, tampoco usan cubrebocas, pero no se les puede obligar ni negarles el servicio.
Por la pandemia, los concesionarios de la Ruta 20 acordaron descansar entre 11 y 20 unidades a fin de que los operadores no se queden sin empleo, ya que en estos días no es rentable tener en circulación los 106 vehículos por el gasto que implica el mantenimiento y, además, se requieren entre 900 y mil 200 pesos para combustible.
“El patrón hizo un plan a modo de que todos tengan trabajo y sacar un poco de dinero. Algunos compañeros hacen entre dos y tres vueltas porque están parando de 11 a 20 carros por día, y así hay oportunidad a los choferes de hacer otra vuelta y ganar un poco más porque prácticamente el patrón paga los sueldos”, asegura José.
José es esposo y padre de tres hijos; dos estudian en la primaria y uno en la secundaria, y cuenta que hasta el momento ninguno ha manifestado intenciones de querer ser chofer, porque les inculca valores de superación para que aprovechen su educación y destaquen en la vida profesional.
“Para ellos pienso distinto y les he metido otras ideas para que estudien y tengan una mejor vida. Ellos ven cómo es mi trabajo, que no puedo dedicarles todo mi tiempo y me dicen que van a estudiar; uno quiere ser arquitecto y el otro médico”.
De su familia, por lo menos tres personas fueron trabajadores del volante.