Fernando Yáñez trabaja como conductor de Didi -un servicio de transporte privado que se ofrece por medio de una aplicación de teléfono- porque –dijo- cuando empezó la pandemia del covid-19 su patrón disminuyó a la mitad el salario que recibía en una casa financiera.
Con la reducción salarial empezó a buscar otra fuente de ingresos, porque tiene la responsabilidad de llevar el sustento económico a su casa para solventar gastos y comprar lo necesario para la alimentación de su familia, y encontró empleo en las plataformas que ofrecen servicio de alimentos.
De su trabajo señaló que con el retroceso en el color del semáforo sanitario, los servicios bajaron hasta un 50 por ciento, por lo que sus ingresos son de 600 pesos diarios trabajando de las cinco de la mañana a las tres de la tarde.
El entrevistado contó que por la situación de inseguridad no trabaja después de las tres de la tarde y, además, evita entregar pedidos en colonias catalogadas peligrosas, como Antonio Barona, Lagunilla, Alta Vista y Ciudad Chapultepec, en Cuernavaca.
Según le dijeron sus compañeros conductores de Didi, a la semana registran hasta cinco robos de vehículos.
También niega el servicio a las personas que piden el viaje pero no llevan puesto el cubrebocas, para evitar algún contagio, ya que tiene a su hija de nueve meses en su casa y es vulnerable. “Tengo miedo de contagiarme, por eso siempre tengo en el carro un sanitizante y gel antibacterial para los clientes que lo pidan”.