Para Elena Ortiz, por una plática reciente.

Escribir no es terapéutico, el arte no es terapia. El escritor no es un terapeuta ni un terapeado. Escribir (y ocasionalmente publicar) no cura las enfermedades del alma, los defectos de la personalidad, las manías, las culpas, los traumas, el abandono ni nada.

La escritura y la terapia son fenómenos distintos, de naturalezas lejanas, con prácticas que poco tienen que ver y con representantes con casi nada en común. No olvidemos que la terapia clínica (casi cualquiera), parte de un enfoque científico, tiene un objeto de estudio, larga tradición y resultados comprobables, mientras que escribir, en el mejor de los casos, es un arte y nada más.

Por otro lado, el arte de escribir y la ciencia de la terapia incluyen metodologías parecidas, cercanas, tanto que pudieran llegar a compartirlas, pero esto solo es un detalle lindo (o poco más), así que dejémoslo por ahí.

¿Escribir es terapia? No.

El terapeuta se forma en la universidad, estudia diferentes teorías (ideas, argumentos, hipótesis, tesis, síntesis), con base en el método científico. Cuando va a la práctica obtiene resultados comprobables y replicables. Puede experimentar con lo que aprende, pero lo más importante es que ayuda a curar (en términos clínicos) enfermedades mentales. Sí, dije que ayuda a curar, no que cura, pero ya es algo.

Por su parte, el escritor estudia, particularmente, el lenguaje, la literatura y la vida misma. No necesita ir a la escuela y aprende de todo un poco.

¿Escribir es terapéutico? No. Lo terapéutico es un adjetivo que solo puede aplicarse a la terapia o a acciones relativas a la misma. Escribir parece terapéutico, incluso puede verse como algo cercano, pero no lo es. Veamos: escribir sí es catarsis, lo mismo que puedes conseguir (o no) yendo a terapia, pero la literatura no enseña qué hacer después de la catarsis. Luego de terminar una novela de mucha catarsis, al escritor puede venirle un periodo depresivo o eufórico o no afectarle. No es terapia y no tiene por qué serlo: que escribir sea arte ya es suficiente, ¿no?

Si el arte fuera terapia, podríamos decir que comer, beber, drogarse, la cocacola, acumular cosas o tener novios tóxicos son aspectos terapéuticos (la mayoría de mis amigos serían terapéuticos) y no, aunque así lo creas.

Tampoco es terapia hablar con amigos, ser amable, masturbarse, ejercitarse, escuchar podcast, tomarse selfies, votar, esclavizar perros o gatos (mascotas les llaman), defender los derechos humanos, respetar las diversidades sexuales, bañarse mucho, casarse, el jazz, vivir la vida loca ni perrear.

La terapia es terapia. La terapia no es otra cosa (no es arte). Lo que no es terapia no es terapia. La terapia no quiere ser otra cosa que terapia. La literatura no pretende (y no necesita) ser más que arte. Como escritor escribo y me gusta que la gente lea mi obra y la llore y la cante y la baile y la goce, pero hasta ahí. Disfruto conmover a mis lectores, pero no pretendo terapearlos.

¿Escribir sana? Quizás sí, pero solo si se acompaña de algo más (por ejemplo, de terapia).

¿El arte ayuda a curar? Es algo probable, pero no necesario. En todo caso, ayuda a curar, no cura. Aquí terapia y escritura se parecen, pero no nos confundamos, siguen siendo cosas distintas. Hay volcanes que parecen personas, pero siguen siendo cerros.

¿Escribir contribuye a que una persona tenga mejor salud mental? Me gusta la idea, quizás sea cierta, pero lo ignoro. He sanado muchas cosas de mi vida y la literatura es parte de mí, pero no puedo afirmar que tal o cual cosa la sané escribiendo, mientras que sí puedo identificar resultados de la terapia.

A su vez, leer sí es bueno, óptimo, pero tampoco sana por sí solo. ¿Escribir o leer ayudan a reducir el estrés? A veces, no siempre, depende. No quiero decir que escribir o leer hagan daño, aunque tampoco podría afirmar lo contrario en todos los casos. Lo que sí puedo decirles es que escribir es fascinante y que ir a terapia es necesario, indispensable. Usted que me lee, por favor, vaya a terapia, el mundo se lo agradecerá. Chau.