Algunos se le fueron sin pagar.
Por su labor como chofer de taxi, Luis ha sido el terapeuta de muchas personas que buscan desahogar diferentes cargas emocionales.
En sus recorridos diarios -dijo- algunas personas le han manifestado las preocupaciones que tienen en su familia, con su pareja o en temas económicos. Incluso, algunos le han dicho “usted maneje, yo solo quiero platicar”.
Su experiencia como trabajador del volante es de ocho años y dijo que a lo largo de este tiempo ha escuchado a personas que sufren por amor, que discuten con su pareja por celos y a mujeres que viven infidelidad.
“A veces la hacemos hasta de psicólogos. Yo creo que los clientes platican con nosotros porque al final del día somos desconocidos y por eso se atreven a contarnos sus problemas”.
Algunos hombres -dijo- le han expresado los problemas que tienen con su familia. Le han señalado que por trabajar largas jornadas o por salir de fiesta con sus amigos sus esposas se ponen celosas.
Sin embargo, hay otros clientes que de plano no responden ni el saludo y cuando llevan prisa piden al chofer manejar rápido. Luis se ha negado a cumplir esas peticiones porque dijo que no depende de él sino del tráfico que hay en ese momento, además, de que las calles no se prestan porque en la mayoría hay baches.
Contó que en algunos casos los clientes se van sin pagar. Durante el trayecto hacen la plática al chofer, cuando llegan a su destino le dicen “espéreme aquí, ahorita regreso y no vuelven”, y tampoco hay manera de perseguirlos porque se meten por callejones poco transitados.