“Yo desde niño he resuelto problemas si tengo la herramienta adecuada, y si no la tengo, la fabrico”.
En Jojutla circula una motocicleta con un cuadro adaptado por el mismísimo Martín Vaca, el célebre protagonista de la serie Mexicánicos, de Discovery en Español.
El vehículo es de Rodolfo Díaz Monroy, electricista, fontanero y plomero que realiza trabajos a domicilio.
Sufrió un accidente por el que le tuvieron que amputar una pierna, pero él siguió trabajando en lo que sabe y por lo que es conocido en casi todas las colonias de la zona sur de Morelos.
En la actualidad, está ahorrando para comprar un motocarro.
Los difíciles plomeros
Cada vez es más difícil encontrar a un buen plomero: “Quieren cobrar como si hubieran estudiado en Harvard, hacer los trabajos el día que ellos quieren, no el que se les pide, a la hora que ellos quieren y no cuando se necesita”, dijo un vecino cuando le pregunté si conocía a uno bueno y barato.
De los tres plomeros que dijeron que podían arreglar dos problemas de fuga de agua que tuvimos en la casa (recomendados) ninguno pudo o no quiso; uno solamente llegó a escarbar, apretó una llave, destapó el registro y dijo que si de veras queríamos solucionar el problema tendría que romper todo el piso, desde el lavabo, pasando por el baño, el lavadero y hasta el registro:
-Estas casas están muy viejas y han acumulado mucho sarro y basura; le va a salir muy caro, pero le va a quedar como nueva –nos dijo uno de los plomeros.
Plomero electricista
En la unidad habitacional hay un letrero con el teléfono de un plomero electricista: 734 1144320.
Yo no sabía quién era, sólo llamé: si se anuncia debe ser bueno porque nadie da su teléfono en público para que le reclamen o lo amenacen porque hizo mal un trabajo.
Me contestó una voz de hombre. Quedamos con el “maestro” (así se les dice y les gusta que les digan) un día a una hora determinada y sí, llegó.
El plomero, que después me dijo que se llamaba Rodolfo Díaz Monroy, ser electricista, fontanero, además de plomero, llegó encaramado en una moto Suzuki 125, con un cuadro amarillo, cajones, tubos, un par de muletas de aluminio, y herramientas.
A este hombre lo habíamos visto en la carretera, circulando a baja velocidad, acompañado por una persona sentada en el cuadro.
Una vez que se estacionó y se quitó el casco, el maestro me preguntó cuál era el problema, yo le dije que eran dos fugas y que pasara a la casa a revisarla.
Se bajó de la moto con habilidad y se puso sus muletas. LLegamos al lavabo y le señalé dónde estaba la fuga que ya nos tenía hasta la madre. La otra está en la entrada, le dije.
Dejó sus muletas y se sentó en el suelo como un niño que no puede caminar. Luego metió la cabeza debajo del lavabo y comenzó a examinar con la lámpara de su celular.
-No sirve la mezcladora, hay que comprar una nueva, cuesta tanto y la puedes conseguir en tal lado. Yo tengo una nueva, te la dejo en tanto –me dijo.
Yo le dije que sí, pero que me garantizara que ese era el problema y que ya no habría más fuga, me respondió que sí y que me daba garantía de un mes.
Se puso a trabajar sentado, con mucha habilidad, yo estaba cerca de él, por si le podía ayudar en algo.
Mientras maniobraba, le comencé a preguntar cosas. Él me contestaba sin verme a los ojos, tenía puesta su atención en lo que hacía.
Me dijo que se dedicaba a este oficio desde los diez y seis años (fue huérfano de padre y madre), ayudaba a su tío y él le enseñó el oficio de plomero y fontanero, el de electricista lo aprendió después.
Le pregunté si su discapacidad era de nacimiento y me respondió que no, que hace más de un año y medio sufrió un accidente. Le amputaron parte de la pierna: iba en su moto, un auto lo golpeó y quedó en medio de la carretera, con la pierna abierta y una camioneta pasó sobre su pierna. No tenía remedio y tuvieron que amputar.
Ocho meses estuvo hospitalizado y en ese tiempo sus hijas lo ayudaron económicamente, pero luego tuvo que comenzar a trabajar.
Es la primera vez que deja de laborar por tanto tiempo, toda su vida ha sido de trabajo diario, duro, jornadas de más de ocho horas para poder sacar adelante a su familia: tiene esposa y a sus dos hijas (mayores de edad, enfermeras).
Es un adulto mayor (tiene 65 años) y ahora la falta de la pierna le imponen un esfuerzo triple en lo que hace, que es trabajo pesado de por sí.
-Siempre he trabajado solo, me enseñaron así y me gusta trabajar solo, pero sin la pierna tengo que contratar a un chalán, por ejemplo, para romper muros o pisos o cuando se necesita que yo suba a los postes a poner luminarias o a repararlas o subir al techo de las casas para revisar los tinacos. Ese dinero que antes ganaba para mí lo tengo que compartir y no me alcanza.
También me dijo que recibía todas las llamadas e iba a todas las solicitudes de reparación porque ese es su trabajo. Lo hace bien para que no le reclamen y además para que lo recomienden.
“Un mal servicio no sólo es perder un cliente, sino varios: le van con el chisme y le dice que fulano de tal hizo mal un trabajo y esa persona a su vez habla mal quien no hizo bien y el trabajo y así se va haciendo una cadena”.
Vamos con la otra fuga
Rodolfo terminó el lavabo y luego fue a reparar una fuga de un tubo en el patio. Este fue mucho más fácil.
Ahí me contó que en semanas va a poder usar una prótesis que le va a permitir mayor movilidad.
-¿Cuánto le va a costar la prótesis?
-Cuesta como treinta mil pesos, pero a mí me va a salir como en tres mil.
-¿Ahorro dinero o se la van a pagar?
-No. Vivo al día y si no trabajo no como. Ya me estuvE fijando cómo están hechas las prótesis. Me voy a hacer la mía de fibra de vidrio y metal. El pie es el que no podré fabricar, pero lo puedo conseguir por tres mil pesos y voy a instalarlo en el pedazo de pierna. Ya estuve pensado cómo y sÍ podré hacerlo. Yo desde niño he resuelto problemas si tengo la herramienta adecuada y si no la tengo la fabrico. En este oficio así es, una vez que vimos el problema buscamos una o varias soluciones y comenzamos a trabajar en ellas, y ya en el camino vamos resolviendo otras cosas. Así es en el trabajo y en la vida, y yo así he vivido y he trabajado.
También le pregunté qué actividad era la que más se le complicaba Y me respondió que todas las actividades eran difíciles.
“Uno no tiene idea de lo que es perder una parte del cuerpo hasta que la pierde. No tener un pie y parte de una pierna complica todo: moverse, apoyarse para quitar una tuerca o cortar o sostenerse cuando está uno haciendo una instalación. En la mente de uno está uno sano y joven, no le falta nada, pero ya cuando se hacer el esfuerzo el cuerpo no resiste, aunque, como te digo, en la mente uno quiera seguir trabajando como cuando uno era un muchacho.
Voy a hacerme la prótesis y voy a comenzar a ahorrar para un motocarro. Voy a vender mi Suzuki 2008, también el cuadro voy a venderlo y voy a comenzar a ahorrar para mi vehículo”.
El cuadro que diseño Martín Vaca, el de Mexicánicos
Rodolfo me reveló, ya casi para irse, que la estructura adaptada a su moto no es cualquier cuadro, fue diseñado por Martín Vaca, el protagonista de Mexicánicos.
Dijo que con la discapacidad se había mandado a hacer una especie de remolque (como para un mototaxi como los de Xoxocotla), pero que se destrababa y brincaba mucho Y lo más peligroso es que la moto se iba de lado.
Entonces le pidió a su sobrino Abel Hernández, de oficio albañil, que le escribiera a Martin Vaca, del programa Mexicánicos, para preguntarle qué solución le podía dar para adaptar un cuadro a una moto que pudiera cargar herramientas, refacciones y otras cosas, incluso a un pasajero, sin que se volteara.
Su sobrino escribió a un correo que encontró en internet y al poco tiempo recibió un diseño y sugerencias de Martín Vaca.
-Yo tenía ya el cuadro que me habían hecho y ese lo adapté como Martín me lo sugirió y le pedí a un chalán de herrero que me ayudara a modificar mi cuadro según el diseño y por fin lo terminamos. Quedó muy pero muy bien. Aquí pueda cargar hasta ciento ochenta kilos.
Necesito un motocarro
“Los últimos días de mi vida los quiero pasar un poco más tranquilo: este trabajo es de mucho esfuerzo y mis facultades cada son menos. Por eso quiero un motocarro, con él podría yo ir a los tianguis a vender, le caben muchas cosas, y eso me permitiría seguir generando recursos para mantener a mi familia…
Desde que me cortaron la pierna mi fuerza a disminuido, pero nunca ha pasado por mi mente instalarme en los cruceros y pedir limosnas, no soy de esos. Me gusta ganar mi dinero trabajando, que mi trabajo quede bien, que sirva a las personas mi trabajo.
Si tengo el motocarro voy a seguir generando recursos para mantenerme y mantener a mi familia”.
Rodolfo Díaz Monroy terminó su trabajo, guardó sus herramientas y se subió a su moto.
-Si le gustó mi trabajo recomiéndeme, ya sabe que voy a todas –me dijo y se despidió.
Rodolfo Díaz Monroy es electricista, fontanero y plomero. Tiene 65 años y presenta una discapacidad en una de sus piernas.
Está reuniendo dinero para comprarse un motocarro con un valor aproximado de cuarenta y cinco mil pesos.
Si deseas ayudarlo puedes depositar a la tarjeta de Banco Azteca Guardadito, número 4027665772415189, a nombre de Rodolfo Díaz Monroy.
Su teléfono de contacto es 734 1144320.