La docencia es una de las labores profesionales más nobles que existen. Ser docente implica un sinfín de encrucijadas para crecer como persona o profesionista, pero no solo se centra en la actividad de enseñar, también significa aprender continuamente de todas aquellas personas que rodean tu circulo académico. En muchos casos, la docencia genera vínculos muy profundos, ya sea con colegas o alumnos a tal punto de parecer “psicólogo”.

Sin embargo, el punto que me quisiera enfocar es específicamente a la docencia en la arquitectura y cabe aclarar que le daré un enfoque más personal, fuera de lo teórico que esto pueda implicar.

A un poco más de año y medio de ser partícipe de la labor docente, he podido experimentar situaciones y sentimientos que difícilmente se pueden obtener con otras profesiones, incluyendo la arquitectura. Desde mi empirismo, la docencia abrió una ventana de oportunidades y es justamente el objetivo de la docencia, crear oportunidades tanto personales como grupales, más allá de inspirar o transmitir tus conocimientos.

Enseñar la arquitectura es la constante crítica selectiva y reflexiva de nuestros días. Enseñar es un proceso investigativo donde se enjuician acontecimientos históricos del momento y por supuesto hasta políticos, como menciona el arquitecto holandés Rem Koolhaas…”la arquitectura está más relacionada con la acción política que con la belleza”

Creo firmemente que las universidades son las trincheras donde se planean los “ataques” para el bienestar de las ciudades y del pueblo. La arquitectura es el principal regulador de la política sin arquitectura no hay política, no por algo los gobernantes alardean con las construcciones que han generado en sus administraciones. Es por eso que desde las universidades diseñamos estrategias y oportunidades que le den una visión diferente y teórica a nuestros gobernantes.

Transmitir conocimientos no es el principal objetivo de un profesor o de la misma universidad, en lo personal, creo que el objetivo es influir y transcender en los alumnos, sin duda esa es la mayor satisfacción que uno puede tener.