“No sé ni cómo le hago; a veces ni como yo, pero mis perros sí se alimentan".
Jojutla. Los caminos de Dios para convertir a los hombres en seres con propósitos están llenos de misterios. Algunos sufren grandes pérdidas o son movidos por otros resortes, como le pasó a Bertín Marín Bandera, el Hombre perro, como le llaman y como se llama a sí mismo.
Hace más de cuatro años Bertín se encontraba en el mercado Benito Juárez y vio a una perrita sentada en el piso, cuando ésta se paró, Bertín se percató de que dejaba una cantidad abundante de sangre. La fue siguiendo y se volvió a sentar y volvió a dejar sangre cuando se levantó. La llevó al refugio, la curó, le procuró sus ocho quimioterapias porque el animal tenía cáncer, y la cuidó hasta que sanó, y vive hasta el día de hoy.
“Me conmovió ver a ese animal sangrando, enfermo, caminando solo y sin que nadie se preocupara por él. Me dio mucha tristeza, sentí compasión, misericordia por su dolor, abandono, su impotencia, y a partir de ese momento me propuse hacer todo lo que estuviera a mi alcance para darle a los perros de la calle, que yo pudiera atender, una vida digna. He rescatado a más de 80 perros y cada uno tiene una historia”, relató.
Una vida digna
Bertín tiene un proyecto para que los perros que deambulan en la calle, víctimas de dueños irresponsables, tengan una vida digna.
Lo primero que necesita es un terreno para crear una estancia canina exprés, con veterinario y ambulancia, que se encargará de levantar y curar a los perros de la calle o en lugares donde estén siendo maltratados.
Impulsar en los ayuntamientos la creación de la Dirección de Protección Animal para promover la cultura del cuidado animal y evitar el maltrato, para corregir y denunciar el maltrato y fomentar la vida digna para los perros.
También, poner en marcha una campaña permanente sobre los derechos de los animales basada en las leyes y reglamentos que castiguen el maltrato animal, esto con el objetivo de crear conciencia, respeto y responsabilidad por la vida de los perros.
Instalar en las esquinas de toda la ciudad un letrero visible con el siguiente texto:
"En Jojutla se respeta la vida de los animales. Si atropellas, maltratas o matas a un perro se aplicará sanciones económicas y hasta cárcel. Atentamente H. Ayuntamiento".
Según el propio Bertín, es un proyecto muy ambicioso, pero vale la pena hasta morir para conseguirlo, sólo requiere más "Bertines" que se sumen.
Urge un albergue
El lunes pasado Bertín estaba dentro del mercado Benito Juárez, vendía empanadas. Todos los días debe juntar más de 300 pesos para alimentar a 30 canes, veinte en su casa y 10 más que viven en la calle. Recibe una pensión federal por ser adulto mayor (tiene 72 años) y vende empanadas. De ahí obtiene sus ingresos:
“No sé ni cómo le hago, a veces ni como yo, pero mis perros sí se alimentan", asegura.
Bertín necesita un albergue para trasladarse a vivir con sus perros, el costo es de aproximadamente 10 mil pesos:
En la azotea de una casa ubicada en la calle Aldama, colonia centro, se localiza el albergue “hechizo”, construido con pedazos de malla, lonas, cartones, muebles reciclados… son 20 albergados, y ahí vive él también. Sin embargo, con la lluvia, el viento y el sol, las lonas y trapos con que les ha construido el techo se han ido rompiendo y las jaulas protectoras para sus “niños”, como llama a sus perros, se han deteriorado. Necesitan más espacio y mejorar la construcción de sus jaulas, además de bebederos y comederos, pero, aunque ya localizó una casa en la colonia Emiliano Zapata, a pocos metros de donde vive actualmente, no ha podido juntar el dinero para el depósito, la renta y algunas reparaciones que tiene que hacer en donde vive actualmente, para dejar ese lugar en buen estado.
“Llegamos a este sitio después del sismo del 2017, la casa donde rentábamos y donde tenía a mis perros quedó inhabitable, tuve que salirme de ahí con todo y perros. Vivía con ellos en la calle. Recuerdo que vino Gobernación a querer quitarme a mis perros, pero yo no lo permití. Seis meses después del sismo, Doña Lucy, la dueña de esta casa, me rentó la azotea y ahí comencé a reconstruir el albergue de mis niños. Desde esa fecha hemos estado aquí, pero ahora la casera me pidió la “casa” y tiene razón, necesito más espacios y más condiciones para tener a mis perros y los que siga recogiendo de la calle. Quiero mejorarles su condición de vida”, relató.
También dijo que él y su esposa llegaron a tener más de cuarenta y ocho perros. Su esposa buscó otra casa y se fue con la mitad. Hasta la fecha viven separados. Hace un año cerraron los mercados y se quedaron sin trabajar, ya que ellos eran comerciantes, tenían dos locales en el mercado. Para alimentar a los perros comenzó a pagar con su tarjeta de crédito, por lo que al día de hoy debe dinero que no ha podido pagar.
Antes del sismo la vida del rescatador de perros iba muy bien, según él mismo aseguró. Su esposa y él tenían como veinte perros. En el mercado Antonio Riva Palacios hacía repostería y vendía todos los días y le iba bien, le alcanzaba para todo. También daba clases como instructor de artes marciales. No tiene vicios, es deportista. Vivía para sus perros y tenía ingresos económicos diarios para no preocuparse, pero con el sismo y luego la pandemia su situación se complicó y el día de hoy tiene deudas con el banco y pocos ingresos para dar de comer a sus animales. Todos los días debe trabajar para mantenerlos, hay veces que no tiene ni para una recarga de celular. Sus perros nunca se han quedado un día sin comer. Le han sugerido que abandone a los perros: “Mátelos, son de la calle, nadie va a reclamar”, le dijo una conocida.
“Me han aconsejado que crie cerdos, que con lo que le doy a los perros podría ganar mucho dinero. No gano nada económico rescatando y cuidado a mis perros, es un llamado como de Dios, para cuidar su creación. Así como hay personas que se dedican a cuidar el medio ambiente yo cuido a estos perros de la calle, son los que más lo necesitan. Lo que gano es hacer el esfuerzo por conseguirles comida todos los días, verlos que se alimentan, verlos cómo juegan. Cuando rescato a un perro de la calle lastimado, enfermo, lo cuido, lo llevo con el veterinario, eso me hace sentir muy bien, porque estoy haciendo algo para salvar una vida creada por Dios. Estoy solo en esta tarea, tengo consciencia de eso. Yo sólo sé lo que sufro y la felicidad que me dan mis niños. Dios no mueve a cualquiera, ni cualquiera tiene conciencia de que fue movido por Dios”, explicó.
Epílogo. El sábado 31 de julio, cuando Bertín nos invitó a su refugio, varios de sus perros se comenzaron a pelear, y uno de ellos le dio dos mordidas. Lo llevamos a la Cruz Roja Mexicana localizada en el Libramiento Tequesquitengo-Tlatenchi, teléfono 734 342 2160. Allí paramédicos y el personal médico lo atendieron de inmediato, de una manera muy atenta, gentil y profesional, razón por lo que agradecemos en estas líneas a todo el personal de la institución por este gesto tan humano para el Hombre perro.
Quien desee ayudar a Bertín Marín Bandera lo puede hacer depositando en la cuenta bancaria número 4766840913598590 del Oxxo–Banamex; su teléfono de contacto es 7341348818.