Pidió un préstamo para comprar su vehículo y dejar de pagar cuenta.

Jesús Amador Castañeda, quien trabaja como chofer de taxi, afirma que la crisis económica ocasionada por la pandemia de covid-19 no ha afectado tanto en su familia, porque tiene clientes frecuentes que le piden traslados, incluso a otros estados del país.

“En la calle casi no hay personas que pidan el servicio de taxi. Yo, afortunadamente, tengo a mis clientes que me llaman por teléfono o me mandan un mensaje y voy por ellos, porque en la calle por más recorridos que haga es difícil encontrar pasaje y el carro gasta combustible”.

Por la clientela que tiene -dijo- en ocasiones sus ingresos son de hasta 500 pesos diarios libres de combustible, aunque también hay días en los que con mucho esfuerzo obtiene 200 pesos.

Señaló que su experiencia como trabajador del volante es de 25 años, por eso varias personas han depositado su confianza en él y le piden el servicio de transporte de manera constante.

A decir del entrevistado, por la suspensión de clases presenciales y el cierre de espacios públicos varios de sus compañeros han batallado mucho para encontrar clientes, ya que algunas familias acostumbraban a salir a pasear los domingos y para regresar a su domicilio solicitaban el servicio de taxi.

“A muchos taxistas les afectó la pandemia, porque antes trabajaban en la mañana para llevar a los niños a las escuelas, descansaban un rato y volvían a la hora de la salida, pero ahorita que no hay clases tienen que buscar clientes y trabajar todo el día”.

Cuando llegó la pandemia, dijo, por temor a contagiarse dejó de trabajar en el taxi durante tres meses.

Cuando el color del semáforo sanitario cambió y la gente empezó a salir, solicitó un préstamo para comprar un vehículo y regresó a laborar sin la preocupación de tener que entregar una cuenta.

En su trabajo -indicó- se protege con el cubrebocas, porque en su familia él y sus papás se contagiaron con covid-19.