A veces me pongo a ver fotografías viejas de mi familia, de esas verdaderamente antiguas que están desdibujadas y son color sepia, con los bordes carcomidos por los insectos o el tiempo y huelen a papel agonizante. A menudo me sorprendo preguntándome si habrá algo de esas personas en mí, de su carácter, sus dones y habilidades.
Mis abuelas tuvieron en común que aparecen en fotografías en donde se les ve felices disfrutando de algún viaje o de la naturaleza. Por eso es inevitable que esas dudas me inquieten.
También me he encontrado algunas notas con su caligrafía y firma detras de algunas postales o agendas deshojadas. Al observar las líneas de trazo de las letras en cursiva, la tinta brumosa en sus bordes por efecto de la humedad, la inclinación o intensidad con que fueron hechas, imagino la personalidad de estas mujeres de mi pasado. Conviví poco con ellas, yo eran muy pequeña como para interesarme por sus pasiones, sus sueños, sus errores y amores, pero ahora imagino infinidad de cosas sobre lo que hicieron.
Esas breves notas me hacen transportarme en ensoñaciones e intentar llegar a tocar al fantasma de sus voces que casi se desintegran en mi memoria y gritan para mí, desde el pasado, uno que otro indicio de lo que fueron. Pienso en ellas, en su juventud, en esas imágenes que tienen eternamente atrapadas sus miradas de aves migratorias atravesando las generaciones para decirme “este instante es sólo mío y sólo yo conozco sus secretos”
Sus descendientes se han encargado de transmitir parte de su esencia narrando algunas anécdotas o describiéndolas, pero esos aspectos son la punta del misterio, porque lo que sus familiares pueden ofrecer únicamente son proyecciones desde su percepción o tal vez de lo que alguien más les contó. Ojalá hubieran escrito un diario o por lo menos una bitácora de viaje.
Hay tanto que descifrar en un enunciado, en la sencilla descripción de un objeto incluso en la transcripción de algunos de sus aforismos o poemas favoritos. Tantos detalles se asoman en la caligrafía, en la construcción de la frase, en la elección de los signos de puntuación que una sencilla carta nos puede develar detalles ocultos y profundos de ese ser que alguna vez fue feliz y nos dejó difusas pistas para reconstruirlo. Los espectros del signo y el lenguaje escrito se convierten en aliados cuando intentamos rozar con la ilusión a un ser humano irrepetible que dejó de sí en nuestra sangre.
Escribir un diario puede ser intimidante desde muchas perspectivas. La principal es hacernos sentir expuestos, pero a pesar de lo que muchos creen, un diario, aunque es personal, no necesariamente tiene que ser íntimo. La definición más sencilla de un diario es: cuaderno en el cual su dueño anota las experiencias en su día a día y que pueden tener importante impacto en su dinámica de vida.
En la actualidad los diarios se relacionan con lo femenino por la carga emocional que llegan a tener. Contrario a esto, sus orígenes nos hablan de una época en la que era utilizado por los navegantes, los cuales le dieron su nombre en honor a un mueble de las embarcaciones que era en donde guardaban el cuaderno de notas, de allí su nombre de bitácora. Esta libreta servía para llevar el registro de situaciones específicas, como las rutas, el tiempo que duraba la travesía, las coordenadas y demás pormenores importantes. En la bitácora quedan anotados los avances, los obstáculos, las nuevas ideas, entre otras informaciones de interés. Esta herramienta del viajero y de científico derivó en una rama alternativa llamada diario personal, que hoy es definido como un subgénero de la biografía, en concreto de la autobiografía. Se trata de un texto que de manera fragmentaria con registro de fecha se destina a una lectura interior y privada de quien la realizó.
Ojalá todos nos tomáramos un momento a la semana para registrar, desde el estilo propio, nuestra vida. Considero los diarios un legado valioso, un tesoro genético hecho letras. Creo que todos tenemos una fuerte inclinación a saber qué tipo de vínculos emocionales existieron entre los que ya no están aquí y los individuos que amamos. Además de que ese estilo de escritura se ha convertido en un recurso literario. Sería un invaluable obsequio dejar algo de nuestra esencia para la curiosidad del futuro y quien sabe, tal vez después, gracias al destino o a un chispazo de genialidad nos volvamos famosos gracias a nuestros diarios y vivencias.
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