Una vez más la ciudad de la opulencia y la vanguardia, Dubái, ha sorprendido al mundo con su espectacular arquitectura. El nuevo Museo del futuro ha logrado impactar a todo el mundo con su ingeniería, a veces imposible, de vanguardia y con tecnología que hacen de este edificio una sede digna a su nombre.

El proyecto estuvo a cargo de la oficina de arquitectura Killa Design del arquitecto Shaun Killa, oficina de Emirato Árabes Unidos.

La arquitectura está formada por un anillo vertical de acero inoxidable que en su piel lleva grabado una caligrafía árabe diseñada por el artista Mattar bin Lahej. Esta caligrafía perfora la piel del edificio dando vacíos que en la noche se pueden apreciar gracias a la iluminación, dando una sensación de que la caligrafía está escrita sobre un «lienzo infinito».

Acorde a diferentes medios de arquitectura se ha mencionado lo siguiente: el nuevo Museo del Futuro es un modelo de sostenibilidad, ya que funciona con energía solar y utiliza soluciones de bajo consumo de agua y energía. De hecho, este AD WOW 2022 es tan ecológico que será uno de los primeros edificios de este tipo en Oriente Medio en recibir la certificación LEED Platino.

Otro dato interesante es la insistencia por mostrar el futuro de nuestra tecnología y por supuesto no debía pasar por alto que su construcción fuera lo más tecnológica posible. En la construcción de su estructura jugaron roles elementos como los hologramas, la robótica y la impresión 3D, una vanguardia que si bien ya vemos mucho hoy en día, fue impresionante llevarlo a esta escala.

Dubái es la ciudad que en su identidad solo se puede hablar de opulencia, clasismo y vanguardia y evidentemente su arquitectura es el reflejo de su sociedad. Pero, más allá de “criticar” la arquitectura hay que destacar que este tipo de edificios, de una forma u otra, están descontextualizados de la realidad. En la mayoría de los casos son edificios muy precarios, hablando de funcionalidad, y se debe de ser consiente que un proyecto como el Museo del Futuro solo se puede ver en sociedades y ciudades bastante particulares, porque de lo contrario serían edificios muy criticados y sin sentido social.