Sociedad

La niña niño


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Lectura 4 - 7 minutos
Yo vestida como se me daba la gana.
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La niña niño


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Texto dedicado a mi madre, con amor.

Cuando era niña, leer libros desde la perspectiva de un chico no me había extrañado en absoluto. Para mí era sólo experimentar algo a través de alguien que ya lo había vivido ¿y si yo nunca había vivido algo así cómo iba a saber que era diferente la percepción de una mujer a la de un hombre?

Simplemente no lo sabía. Así que nunca reparé en que los personajes principales de los libros eran todos hombres. Mucho menos notaba que también lo eran los autores. Es más, ni siquiera me detenía en esos detalles superfluos.

Cuando en mi adolescencia leí a Jean M. Auel y su saga de Los hijos de la tierra me gustó sobremanera porque me identifiqué con Ayla, la personaje principal. Cuando me enteré de que Auel era escritora todo cobró otro sentido. Casi siempre hay algo de agridulce en la escritura de las mujeres. Lo noté cuando leí a más mujeres y obviamente después me di cuenta porqué.

En mi mundo infantil no me había enfrentado conscientemente a esos constructos culturales que diferencian lo que debe ser de hombre y mujer o niña y niño, hasta que por parte de un sector de mi familia comenzaron a apodarme El niño, Chamaco o Escuincle. Yo tenía aproximadamente ocho años y en mi inocencia pensaba que era porque no me gustaba ponerme vestidos y no lo hacía porque no eran nada cómodos para jugar; se atoraban en todos lados.

En esas latitudes familiares me divertía mucho con mi querida prima Rosa, que es uno o dos años más grande que yo. Casi siempre era ella la que inventaba los juegos más salvajes y yo le hacía segunda: cruzar el drenaje abierto, que ya prácticamente era un pantano con el pasto alto, saltando a través de llantas medio hundidas y piedras tambaleantes que no estaban cerca una de la otra, con el riesgo de caer en la mierda, o treparnos en la rama de un capulín encabritado hasta que lo domábamos saltando sobre ella o hasta que nos lanzaba por el aire, y así otros juegos por el estilo. No obstante, ella no gozaba del mismo apodo que yo. Aunque a las dos nos decían “Las rambo” a ella la nombraban de otras maneras; la güereja o simplemente Rosy.

 Cabe mencionar que mi prima vestía de forma “adecuada para una niña”: tonos pastel, moños, suéteres con florecitas bordadas, incluso vestidos, aunque por debajo llevara pantalones, tampoco la recuerdo con ropa de tonos oscuros.

No sé si sería cuestión de ella o de sus papás, el punto es que a mí mi mamá me dejaba vestir como me diera la gana. Yo bien sabía que en el momento que deseara podía usar vestidos, de hecho tenía uno color azul cielo con mariposas que me encantaba porque yo lo escogí, pero casi no me lo ponía porque como ya dije antes, no era cómodo y yo no me estaba quieta jamás. También sabía que podía jugar con el tipo de juguetes que quisiera, ya fuera con mis caballos mecánicos con jinetes ninja, con mi jeep de Gi Joe o con mis bebés animales y su pañalera o las barbies. Por ese tiempo yo no dejaba para nada una gorra de béisbol azul marino que enfrente tenía las iniciales de LA. Ah, como la extraño, nunca más volví a querer a una gorra como a esa, la tuve hasta que se hizo hilachos. Creo que esa gorra acentuaba el concepto que tenían de mí.

Con el paso del tiempo, cuando fui mayor entendí el origen de ese apodo. Me di cuenta de que era porque mi carácter era atrabancado y me atrevía a todo y claro que eso ante sus ojos no era normal para una niña.  Por mi parte no concebía que ser aventurera y buscar la comodidad era exclusivo de niños, ni me pasaba por la mente, yo era yo y punto, felizmente salvaje. Ese espíritu aguerrido fue alimentado por las lecturas que compartía mi padre conmigo cuando era pequeñita, pero más por mi mamá. Mi madre siempre platicaba de mí y mis aventuras con admiración y orgullo. Hasta la fecha lo hace. M

Me animaba a ser independiente, curiosa, fuerte, jamás reprobó mi personalidad, al contrario, la enorgullece ¿y saben por qué? porque ella también era así. La verdad es que deseo una madre como la mía o mejor (si eso es posible jajaja) para todas las niñas.

Con esto quiero decir que las historias de aventuras desarrolladas en la naturaleza principalmente escritas por mujeres son un tesoro para mí. Me gusta pensar que esto es un indicador de que las chicas se están atreviendo a ir cada vez más lejos, a tener otro tipo de experiencias, algunas de ellas verdaderamente desafiantes y para mí no hay cosa más bella y peligrosa que la naturaleza. Además, ofrece una unión profunda con la existencia. Simplemente hay cosas que no se pueden vivir a través de nadie más. Ojalá más mujeres se animen a leer este género y las impulse a vivir sus propias hazañas. Me gusta esa historia que se repite y se repite y se repetirá muchos más, en donde se subestima la fortaleza de las mujeres, y no sólo hablo de la fuerza física, y al final el resultado es alentador y sorpresivo. Me gusta porque soy parte de esa historia también.  Y nuevamente la realidad supera a la ficción cuando hablar de nosotras se trata.

Una vez hice una pequeña encuesta, les pregunté a mis amigas los géneros de literatura que leían y salí muy decepcionada, ninguna mencionó los libros de aventura, naturaleza o animales. Me encantaría que hubiera más mujeres salvajes en el mundo y sentirme igual de cómoda y feliz a su lado como me sentía jugando con mi prima Rosa a mis ocho años. Dicho sea de paso, les recomiendo muchísimo leer el libro Mujeres que corren con los lobos de Clarisa Pinkola Estés. Allí explica perfectamente lo que son las mujeres salvajes. El libro es una dulzura y de mis favoritos.

Aproximadamente desde hace un año decidí comenzar una recopilación de títulos de libros de aventura escritos por mujeres y me encontré con la agradable sorpresa que varios de ellos son diarios de sus logros. Los que más he encontrado es de mujeres alpinistas. Ojalá poco a poco descubra más variedad. Mi intención es leerlos todos, pero debo confesar que ha sido difícil dar con ellos y más conseguirlos, también noté que la mayoría son de editoriales españolas que no circulan en nuestro país y sólo existen en versiones impresas. El siguiente paso será buscarlos en Inglés seguramente esos serán más fácil adquirir.

Les dejaré por aquí una lista de los que han parecido más interesantes y ojalá puedan ayudarme a encontrar otros libros de este tipo o, en el mejor de los casos, escribirlos.

1.-Mujeres y montañas. Nacimiento del perineísmo femenino de Marta Iturralde

2.-Vivir en el paraíso de Chantal Mauduit

3.-Querida, esto es el Everest. Exploradoras y escaladoras en el Himalaya de Arantza López Marugán

4.-La montaña apócrifa de Olga Blázquez Sánchez

5.-Andando la vida de Pati Blasco

Tiktok: expedicion_nocturlabio

 

 

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Arquitecta, escritora, diseñadora, amante de los animales, la naturaleza y la aventura.

Dayan Casaña

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