Tema profundo, ni hablar, a entrarle. Solo vino a mi mente y lo acepto. Me es particularmente sensible, así que intentaré ser claro contigo. Se trata de una metáfora: dentro de la tierra, la raíz vive y sostiene la vida de la planta, pero raíces también son “Causa u origen de algo” (RAE, 2022)… o de alguien. “Origen de” no es poca cosa. Imagínalo, ¿alguna vez te has preguntado tú de dónde vienes?

Raíz es génesis, pues, la fuente, el fundamento, el fondo, el ancla, el soporte. ¿De dónde viene el ser, el hombre que soy? ¿Cuál es la raíz de un escritor? ¿Cuál podría ser la circunstancia que diera como resultado a un artista? Complicado, sí. Pienso: “yo vengo del vínculo de dos personas que se amaron profundamente”. Voy más allá: “provengo de una fuerza o energía divina eterna e infinita”. Más por encima o reciente: “soy el resultado de un pasado doloroso y frustrante”; pero del mismo modo: “vengo de una historia de lucha y de esfuerzo”. Vengo, diría alguien ahora: “de la fe y de la esperanza”. De que vine, vine, eso es claro y para algo estoy, aunque de eso hablaré luego.

Nací en la Ciudad de México, donde, por cierto, no fue enterrado mi ombligo. Volví a nacer en Morelos, donde, entre otras cosas, fui padre al parir a mi hija. Nací una vez más lejos de casa y ahora renazco de mis cenizas y de mis alegrías también (bájale al drama, señor escritor) en Cuernavaca.

También tengo origen en un linaje paterno y materno, masculino y femenino, de fuego y de agua, de pasión y de violencia, de misticismo y de banalidad, de claridad y de misterios, de sabiduría e ignorancia, de compañía y de ausencia. Entiendo, así, que mi origen es la dualidad.

Pero… más allá del humilde contexto de mi nacimiento, mi familia, las ciudades, los detalles de mi cuerpo y los vericuetos de mi mente, asumo que soy Daniel como no hay dos y que soy un artista como solo yo podría serlo, aunque también comprendo que, por encima de todo, mi raíz ha sido, es y será el amor. Es bello haber podido llegar a esta conclusión (a mi edad, en este sitio) y llorar al escribirlo. Gracias por dejarme compartirlo contigo.

Origen no es destino: no tengo por qué repetir la parte fea de la historia de mis ancestros, ni las zonas oscuras de mi propio trayecto. Origen es origen; destino es destino; sobre todo, el presente es hoy y, por supuesto, es perene. Nada me debe el pasado al que honro y poco tengo por reclamarle al presente, cuando todo tengo; del futuro, ya hablaré mañana.

Ser escritor no fue mi destino… soy escritor desde mi origen y original es lo que pretendo ser. En todo caso, elijo serlo. Una condición desde niño me hizo hipersensible, tartamudo, nervioso, malo para el futbol, bueno para la palabra y útil en el mundo. Además, hay episodios o detalles que aún no podría explicar de mi propia vida, ya ves, apenas hablo de algunas cosas que he logrado comprender, superar, sanar y compartir.

Pienso, mientras esto escribo, que no puedo someterme a mi origen ni forzar mi destino, en caso de que cualquiera de estos conceptos exista más allá de mis ideas, acá en la vida real. No me ata una raíz, no me obliga un futuro: libre soy.

Entonces, puedo afirmar, loca y llanamente que hoy elijo mis raíces, del mismo modo en que forjo mi vida próxima: con libre albedrío, sin olvidar lo aprendido y compartiendo lo valioso de mis días, que a veces es la tempestad y otras la calma. Porque yo puedo echar raíces donde y cuando y con quien se le dé mi regalada gana.

En todo caso, elijo el amor como destino día a día, para cada jornada, en cada momento, porque eso quiero ser y así vivir. Raíz, amor, presente: fe, esperanza y amor. Gracias.

Sígueme en mis redes sociales como Daniel Zetina Escritor y compra mis obras, disponibles en Amazon y en mi librería virtual (impresos bajo demanda que llegan hasta tu casa): https://libreriaedicioneszetina.librantida.com/?p=1&id=3512