No existe nada considerado como “el traje del escritor”, sin importar el género de la persona ni lo que escriba. No hay un canon, una tienda de ropa para escribanos ni un outfit determinado. Por eso mismo, es ridículamente complicado vestirse como uno. No lo intentes, fallarás de cualquier modo.
Lo que sí hay son clichés sobre la forma en que se visten ciertos personajes de la pluma. Yo mismo he adoptado diversas poses, así que me río contigo de lo que escribiré a continuación (ay, no puede ser, Zetina se burla de los pobrecitos escritores de mal gusto, qué malvado). Ánimo:
- Saco de pana: no importa nada más de lo que se ponga usted, gran señor don escritor, nadie verá sino su manchado, maloliente y luido saco café con parches en los codos. Es como una copia de la copia. Un estilo que por añejo y absurdo es seguido con gran ahínco, en especial por poetas que casi nada hacen además de quejarse de la vida.
- Darks: todo de negro, de los calzones (rotos) hasta las uñas (opcional). Apantalla fácil, causa sorpresa, quizás hasta respeto (en el límite de la risa). Será usted un misterioso ser mientras no abra la boca, pidiendo que el gobierno financie centros culturales o pidiendo, ya pasado de copas, que pongan a Sabina en la reunión.
- Look borracho: es variado, variable y bailable. No existe uno definitivo, es un ármelo usted mismo, intercambiando las siguientes prendas: playera babeada, saco de Clavillazo, pantalón baggy, zapato tenis, calceta blanca; más sus especiales de fin de semana: sombrero de fieltro de la pulga, gazné, reloj de pulsera, cubrebocas del América.
- Modo de intelectual, de enciclopedia: en primer lugar, bien bañado; luego, ropa interior pudorosa, por encima ropa de Ferrioni, rematado con un saco sport recién salido de la tintorería, zapato de choclo bien boleado, casquete corto de remate y perfume de Avón. Ese no falla si quieres seguir soltero.
- Funcionario de fuego: zapato bueno para caminar pero decente, pantalón de mezclilla, cinturón resistente, playera de la dependencia pública, de algodón, bien planchada, sin mácula, logotipo visible, camiseta debajo, peinado casual, canas esparcidas, quizás copete, sudadera en mano, paraguas sugerido. Todo un galán, el más decente de todos y el que menos desconfianza causa, aunque, aguas…
- Profesor Jirafales: dícese del escritor enfocado en lo old fashion: saco ajustado de traje que combina, sombrero que sí hace juego, puro indispensable, generoso mostacho, mancuernillas doradas (aún brillantes), calcetín de rombos, portafolios de plastipiel no abultado. Puede acompañarse con ramo de flores para la musa.
- Autor Promoda: viste lo que encuentra de oferta en tiendas de remates, combina más o menos y va semiplanchado, el calzado sigue su propia línea cromática y no siempre lleva cinturón, el suéter no combina ni con el clima.
- Hippie: huarache indispensable, mezclilla pirata con hoyos, lazo a la cintura, morral de yute para cargar sus escritos, blusa oaxaqueña de mujer, pegadita a su esbelta figura, cabello suelto, barba libre como el viento y peligrosa como el mar, sin cartera.
- Doctor en Letras: gusta que le llamen por su título hasta en la fila de las tortillas, así se presenta. Viste camisa Pierre Cardin, pantalón Yale, corbata oscura, suéter tejido y gabardina de lana. Anticuado, pero con buen gusto. No siempre huele bien. A lo lejos pasa por un caballero (quizás lo sea).
- 10.Emprendedor: peinado de barbería, lentes de marca, mentalidad de tiburón, traje Aldo Conti, zapatito blanco, zapatito azul, dime cuántos libros de negocios tienes tú.
- 11.Hípster: ropa de Zara comprada en la paca (second hand), alpargatas de tela sin calcetín, mascada de seda, reloj de bolsillo, uñas bien cuidadas, gluten free, pet friendly.
- 12.El rudo: camisa de microbusero, abierta con el cuello alzado, pantalón de cargo, piel morena, canto de pasión y arena, tenis Nike originales, cinturón piteado, cartera abultada, anillo de oro (matrimonio o graduación), chamarra de piel en buen estado, gafas oscuras.
Hay más estilos, obvio, quizás haga una nueva lista la próxima semana. Es banal, lo sé, es divertido. Y tú, si fueras escritor, ¿cómo te vestirías?