Debido al éxito de la semana pasada, continúo con la lista de estilo para vestir, que, desde mi nunca humilde opinión y mi a veces pésimo gusto de observar a las personas, tienen los escritores mexicanos contemporáneos (lo que eso signifique).
Antes una precisión: con mi catálogo no pretendo hacer una moda, usted si es escritor, vístase como quiera y demuestre que los clichés son solo eso. Es más, si prefiere, no se vista, vaya como Adán por ahí diciendo sus versos, a ver cómo le va.
- Etnógrafo/antropólogo/historiador: pantalón de tela indeterminada, playera talla grande, con inscripción sobre el capitalismo caníbal o estampado de arte indígena, quizás tolteca, morral de plastipiel desgastado, tenis de patineto, collar de cuentas de jade, con poderes místicos, cabello como dios Tláloc lo ordene, barba variable, aretes opcionales.
- Incluyente: vestido de azúcar, digo, de arcoíris, o simplemente tan mal combinado y con tantos colores que así lo parezca. No importa su identidad de género ni su preferencia sexual (todas respetables), lo importante no es ser sino parecer: que la gente diga: “Mira, ahí va o viene un escritor incluyente”. Es importante que permanezca callado, así no ofenderá a nadie con sus posibles comentarios machistas, misóginos, homo o transfóbicos o alguna otra cosa extraña. A estos autores todos los aman.
- Revolucionario: playera del asesino serial argentino nacionalizado cubano Ernesto Che Guevara, de preferencia de buena marca, para que dure todo el año pocas lavadas. Debe ir suelta, nunca fajada. Lo demás es lo de menos. Termina de vestirlo (o desvestirlo) a tu gusto.
- Religioso: extraño espécimen: porta bien planchado un atuendo sin época: pantalón café de tela linda, camisa blanca bastante usada (camiseta debajo), reloj Cassio, cabello cortado como niño de secundaria, lentes anticuados, sin panza, zapato café muy brillante, calcetines azules, incomprensibles ojeras, Biblia a la mano. ¿Raro, verdad?
- Fitnes: saludable escritor que no tarda en presumir su rutina de ejercicios. Lleva ropa deportiva de marca siempre negra, tenis relucientes, tines blanquísimos, uñas de manicura. Donde otros llevan libros, ellos cargan botella de agua y toalla para secar su profusa sudoración. Complementan el atuendo un canguro a la cintura de Miniso, colguije de acero inoxidable y un espantoso reloj que mide la glucosa, las calorías quemadas, la regla, los triglicéridos, la lactosa, la fructuosa, el ácido úrico, el pulso cardiaco y hasta las metáforas inventadas por este poeta mientras pedalea en la elíptica.
- Chavoruco: así como tú, pero que escribe.
- Godínez: ropa de Promoda pero bien escogida, limpio, medio planchado, el cinturón nunca combina bien, pero los zapatos sí. Carga, indispensablemente, con una lonchera (y no por su edad), además de un termo (cada vez menos con café y más con té para la panza). El suéter o chamarra es de otro estilo, pues no lo usa en la oficina. Siempre llega tarde e intenta sin éxito meterse a la charla, no escribe nunca.
- Espiritual: usa especialmente blusones unisex de algodón con diseños hindúes (o indios, pues), sueltos, libres, frescos, vaporosos, delicados, aunque algo sucios, pantalón opcional, huarache de Zara sin calcetín (mayor contacto con la Madre Tierra), cuarzo en el pecho, cabello largo limpio y sedoso, canas abundantes, barba de dos días (no tres ni cuatro), acoso muy seguro, posible secta, aguas.
- Fresa: jupi, junior, fifí o la palabra que conozcas: marcada diferencia de clases sociales: hoy en día, el escritor fresa viste pulcro, se baña, es musculoso, huele a que nunca se queda con las ganas de comprar un libro en Gandhi, pero eso sí, habla rarísimo, del tipo, o sea, literal: “Si no vas a escribir un best seller mejor no hagas nada, paps, es el Nobel o el anonimato, nada de medias tintas”.
- Oscuro: estoperoles o muchas pulseras de piel negras o pantalón de piel o cabello pintado de negro o mugre negra en la piel o algo así. Sus palabras favoritas son “Alan” y “Poe”.
- Criticón: se viste más o menos como sea, usa saco para disimular su fodonguez, muy guapo, acaba de regresar a Cuernavaca.
Hay más estilos, claro, podría seguir, pero tal vez la próxima semana haga uno sobre mujeres, quién sabe. Gracias.
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