Jorge Mondragón recuerda muy bien su primer día como operador del transporte público: no le fue bien en cuanto a ingresos, pues en las primeras tres horas apenas reunió 80 pesos de los 300 que tenía que juntar hasta ese momento.

Cuando el entrevistado empezó a trabajar como rutero -hace 10 meses- por desconocimiento no respetó en su jornada inicial el tiempo de su itinerario programado.

“Mi primer día fue malo porque no sabía y me fui vacío todo el camino y en mi primera vuelta tenía que haber juntado 300 pesos y llegué con 80 a la base. Estuvo mal porque cada recorrido es de tres horas y media y aquí hacemos cuatro recorridos en todo el día”.

El segundo día -señaló- fue diferente, obtuvo mejores ingresos económicos y sus colegas le explicaron que debe respetar el tiempo de diferencia que lleva cada uno para tener pasajeros y evitar pagar “minutos quemados”, es decir, debe evitar retrasarse.

“Me dijeron ‘échate para atrás y respeta los minutos que llevamos’, porque iba muy pegado al que iba delante de mí. Me explicaron que si el camión de adelante se llena no agarro nada”, lo que hizo hasta que trabajó como debe hacerse.

Mondragón afirmó que antes de empezar a trabajar recibió un curso de capacitación sobre el manejo de la unidad y trato al pasajero, especialmente en materia de género, para saber cómo responder ante algún caso de acoso.

Aunque aseguró que hasta el momento ninguna mujer ha manifestado ser víctima de acoso a bordo de la unidad, dijo que ante alguna situación de este tipo está obligado a detener la “ruta” y bajar a la persona que moleste, o incluso buscar a un policía para que ponga orden.