Ya se acostumbró a la rutina y en su casa estaba de mal humor.
Jorge Ramírez tiene una trayectoria de 20 años como operador del transporte público, pero dice que ha pensado en dejar el volante y dedicarse a la elaboración de pan, porque es una tradición familiar que ha perdurado por más de tres décadas.
Por la pandemia dejó su trabajo en la “ruta” pero regresó hace unos dos meses, porque extrañaba tanto su rutina que en su casa estaba de mal humor. Aunque sus hijos le han aconsejado que deje esa actividad, se ha negado debido a que se acostumbró a este ritmo de trabajo, tanto que ahora se le dificulta dejarlo.
Sin embargo, asegura que tiene pensado conducir unos tres meses más y entregar el camión a su patrón, y junto con su familia prepararse para la elaboración de pan para la temporada de día de muertos.
Antes de dejar el volante, Jorge ofrece disculpas a los pasajeros que en algún momento trató mal, y asegura que nunca fue intencional, pues señala que esa actitud es consecuencia del estrés que genera el tráfico de la ciudad.
“Hay que entender a la gente que se queja de nosotros, pero también queremos que nos entiendan, que nos tengan un poquito de paciencia y comprensión. A veces nos estresa mucho el tráfico y si les contestamos de malas, quiero que nos entiendan que andamos estresados”.
A decir de Jorge, no todo es malo en el transporte, pues también hay pasajeros que cuando llegan a su destino le mandan sus buenos deseos.