Sociedad

El escritor y la tristeza


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El escritor y la tristeza


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Por muy lejos que el espíritu vaya,

nunca irá más lejos que el corazón,

Confucio

Soy Daniel y estoy triste, también enojado. La tristeza es el más extraño sentimiento, viene de pronto, se mete en el cuerpo, invade la mente, orada el corazón, perturba los días, atonta el ser en general. La tristeza es un vacío en el pecho, un tremendo hueco en el estómago, algo muy extraño. La tristeza es la incomprensión de la realidad o de cierta parte de la misma. Es una gran frustración.

En mi vida tuve varios momentos así, en especial mi infancia, bastante ocre en general, con atisbos de alegrías, pero triste. Crecí triste, con un marcado temperamento melancólico, que no me abandonó sino hasta ya entrada la adolescencia.

Crecer triste es algo que se queda en el ADN, es como una costra putrefacta que no puedes quitar tan fácilmente. Ya aquella cosa no era cosa mía. La tristeza abundaba en mi casa, escurrí por las paredes. De haberla vendido, habríamos sido ricos, no hay duda. Había tanta que no podía escapar de ella.

“Qué triste, todos dicen que soy”, se lamentaba José José, desde el fondo de su alcoholismo, y yo lo escuchaba de pequeño, identificándome con él y cantando en mi cuarto. Entonces aún no descubría la capacidad sanadora del arte, aunque ya tenía cierta inclinación hacia la creación.

La amistad trajo un remanso de paz a mi pequeña gran tristeza, junto con el divorcio de mis padres, pero aún permanecía en mí el dolor adquirido por años. Sobre todo, la calle me dio una visión diferente del mundo, fue bueno conocer gente, observar, escuchar, convivir con la ciudad entera.

Ya después inicié mi proceso de sanación, siempre acompañado de mi palabra escrita e impresa, y descubrí los orígenes de la tristeza. Poco a poco, fui ubicándome en el presente, mientras leía, tomaba terapias y hasta hacía ejercicio de nuevo, lo que es útil y además divertido.

Viví años de paz y armonía, no muchos, pero sí los necesarios para adecuarme, acostumbrarte, habituarme a la alegría. Uno de los hechos más relevantes de aquel tiempo fue la convivencia con mi hija 24/7. Verla crecer, mirarla aprender, sorprenderse, descubrir el mundo, zaz, una alegría total. Y yo ahí, aún con los residuos de mi dolor, enseñándole todo lo que sabía y dándole cuanto podía.

Pero la belleza no es eterna: la violencia, pero sobre todo la traición y el robo, me llevaron a la depresión, lo que no es tristeza, sino algo peor. Obviamente no estaba preparado para aquello, me agarró de sorpresa y caí. Sobreviví un tiempo y luego, con gran esfuerzo, y ahora comprendo que, bajo el concepto de depresión activa y otras herramientas, levanté el rostro y salí de ahí, de aquello ya hace unos cinco años.

Luego ocurrió en mi vida un duelo, algo que si se vive de forma asertiva no te deja secuelas sino aprendizajes. Fue el síndrome del nido vacío, que, después de tres lustros, llegó a mí, casi casi como lo esperaba, aunque también me cimbró. Por suerte lo viví solo y afronté las consecuencias. 

Y de pronto, en una nueva etapa de mi vida, intensa y amorosa, de aprendizaje y mudanza, aparece la señora doña tristeza a fastidiarme. ¿Por qué? Podría decir que un ser malagradecido y abusivo es la explicación, pero asumo que soy responsable de mis malas decisiones y resultado de las mismas en parte.

No intentaré entender ni explicar todo este proceso, solo quiero decir que estoy encabronadamente triste. Y vuelco mi tristeza hacia el enojo porque es otro sentimiento que conozco. El enojo enfocado me da la energía para trabajar, soportar si es el caso y hasta para encontrar belleza en la adversidad.

Aclaro, este enojo es mío, de nadie más, no iré por ahí gritando ni peleando, no es mi estilo. El enojo puesto a trabajar no elimina la tristeza, pero sí ayuda a salir de ella y además me impulsa a trabajar, lo que me da resultados, incluso me ofrece la claridad para resolver lo que haga falta, con justicia y dignidad. Y con amor, que es mi fuerza y mi camino. Gracias.

#danielzetina #unescritorenproblemas #elescritorylatristeza

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Daniel Zetina

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