El Centro de Información para la Toma de Decisiones en Salud Pública, de dicha institución, dio a conocer los referidos trabajos en los que los expertos refieren que este problema se identifica a nivel internacional, y naturalmente América Latina y México no están exentos.
Informaron que de acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), se ha observado que el 45% de los nuevos casos de infección por VIH alrededor del planeta corresponde a los jóvenes en el citado rango de edad.
En términos generales, se refiere que “en el 2007 mujeres menores de 20 años dieron a luz al 18% del total de los niños nacidos vivos en América Latina. La salud reproductiva, sobre todo en el sector más joven de la población, constituye hoy en día uno de los campos de investigación y trabajo más importantes de la salud pública a nivel global, toda vez que en el mundo existen 1.5 billones de jóvenes de entre 12 y 24 años —la cifra más alta en la historia de la humanidad—, con sus respectivos problemas sanitarios acordes no sólo con su edad, sino con la realidad social que les ha tocado vivir, entre ellos los trastornos alimentarios, el alcoholismo, la drogadicción, las infecciones de transmisión sexual (ITS) y el embarazo adolescente no planeado”.
Los datos anteriores son algunas de las razones por las que el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) ha establecido como una de sus 15 líneas de investigación la enfocada al estudio de la salud sexual y reproductiva, la cual es desarrollada por el Centro de Investigación en Salud Poblacional (CISP) con el propósito de generar evidencia científica relevante que contribuya a la comprensión, formulación e implementación de políticas y programas para mejorar la salud de la población en áreas como, precisamente, la salud sexual y reproductiva de adolescentes.
El artículo “Intervenciones con padres de familia para modificar el comportamiento sexual en adolescentes”, publicado recientemente en la revista Salud Pública de México -cuya autoría es de las investigadoras del INSP, Erika Atienzo, Lourdes Campero y Fátima Estrada, así como de las doctoras Caroline Rouse y Dilys Walker, de la Universidad de Washington, hace referencia a este trabajo--, señala que la principal estrategia para prevenir tanto el contagio a jóvenes de entre 15 y 24 años de VIH, como otras infecciones y los embarazos no deseados, corresponde de manera contundente a los padres.
Refieren que “las intervenciones han sido efectivas para modificar comportamientos sexuales de riesgo tales como inicio temprano de relaciones sexuales, múltiples parejas sexuales y la falta de uso o uso inconsistente de anticonceptivos. “En diversos países —apuntan las autoras— esta estrategia se ha centrado en intervenciones escolares dirigidas a los jóvenes, lo que muestra efectos mixtos”.
Al respecto, indican que un “enfoque alternativo” en la educación sexual de los adolescentes consiste en involucrar a los padres de familia como educadores en sexualidad, en tanto que agentes de socialización que modelan actitudes y conductas “que los hijos pueden aprender y reproducir”, pero también en su calidad de cuidadores y motivadores de comportamientos saludables en sus descendientes.
Las intervenciones educativas que incluyen a padres de familia, afirman, favorecen comportamientos sexuales saludables en los adolescentes, además de que la participación de los padres constituye un elemento que puede ser incluido en cualquier intervención para dicho grupo etario.
Desarrollo de la investigación
El trabajo realizado por las investigadoras consistió en una revisión de los efectos de intervenciones educativas que incorporan a padres de familia, a fin de modificar el comportamiento sexual de sus hijos adolescentes. Para ello, emprendieron una búsqueda sistemática en cinco bases de datos electrónicas de estudios de evaluación de intervenciones educativas con padres publicados entre 2002 y 2009, y hallaron 19 publicaciones que evalúan a 15 programas que cumplieron con los criterios de selección establecidos.
Las 19 publicaciones encuentran un aumento tanto en las intenciones de retrasar las relaciones sexuales y de usar anticonceptivos como en el uso de condón. También hallan resultados positivos en factores protectores tanto individuales —conocimientos y actitudes— como familiares —comunicación padres-hijos, percepción de reglas, monitoreo/supervisión de los padres y apoyo familiar—.
Comunicación fundamental
La inclusión de los padres en este tipo de intervenciones pudiera parecer en ocasiones un tanto difícil o complicada, en virtud de que muchos pudieran sentir vergüenza al hablar con sus hijos de la reproducción y prevención, o contar con información incorrecta sobre estos temas. No obstante, las autoras señalan que ello tiene solución, como lo demuestran diversos estudios en los que se advierte cómo, cuando se les capacita, los padres pueden promover una comunicación eficaz. Además de lo anterior, recuerdan, en América Latina existen instituciones con larga trayectoria en la formación de padres de familia para la prevención en adolescentes.
"Otro de los resultados del estudio en el que las investigadoras hacen énfasis es en el hecho de que, de las 15 intervenciones con padres encontradas y analizadas, solo una se realizó en Latinoamérica y otra en las Bahamas, lo que evidencia que, si bien existe una mejoría respecto a décadas pasadas, en el subcontinente aún existe un vacío en lo que se refiere a intervenciones con padres con un diseño de evaluación de impacto, lo que vuelve necesaria la implementación de estos programas ya sea bajo nuevos diseños o retomando las experiencias de otros países, pero incluyendo además la anticoncepción de emergencia, a la vez que promoviendo el acceso a otros métodos”.
A la par de lo anterior, concluyen, es importante sensibilizar a los padres acerca de las ventajas y beneficios de la comunicación temprana y oportuna con sus hijos sobre métodos y prevención, reforzando sus habilidades para entablar un diálogo padres-hijos. Estas acciones potencialmente contribuirán a la construcción de alternativas complementarias para mejorar la salud sexual y reproductiva de los adolescentes.