Dejó ese empleo pues su hermano adquirió el camión de transporte que conduce  

“Estuve un año dos meses como estilista canino. Me iba bien en cuanto a ingresos y el horario estaba bien, pero es un poco estresante porque a veces los perros no se dejan bañar; se mueven mucho y lloran porque se estresan con el agua y el aire”, contó Juan, quien señala que hace tres meses dejó esta actividad para trabajar como operador del transporte público.

Dice que agarró el gusto a los animales tanto que la unidad que conduce luce la calcomanía del gato “Garfield”. Sin embargo, tuvo que dejar la estética porque su hermano pidió un préstamo para comprar un camión en la Ruta 1 y necesitaba quién lo manejara.

De su labor como peluquero canino recuerda que lo más triste que le tocó ver es que un perro mediano de raza Schnauzer se estresó tanto que se le reventó una hernia.

“A simple vista no se veía nada hasta que falleció y autorizaron abrirlo y ahí se dieron cuenta que se le reventó la hernia, pero los dueños tampoco sabían que tenía ese problema”, puntualizó.

Por eso, dijo, lo que se debe hacer es dejar descansar a los animales al menos por unos minutos para evitar que se sometan a la carga de estrés.

Aunque estaba a gusto en ese trabajo, señaló que hace tres meses renunció y desde entonces se dedica a conducir una “ruta”, al igual que su hermano mayor y su papá, pero ellos trabajan en otra organización de transporte.

Asegura que en cuanto a ingresos le va bien y la ventaja es que en ocasiones tiene descansos en la base de hasta una hora.

No obstante, apuntó que su primera semana como rutero fue estresante porque, a veces, el tráfico impide llegar a tiempo con el checador, lo que ocasiona pagar minutos quemados.