Mi relación con los diarios ha sido una historia de amor. Es una locura afirmarlo, pues hay críticas, conflictos de intereses y cosas extrañas detrás de muchos medios, pero como escritor siempre he aprovechado el espacio, mientras que los periódicos han tenido en mí a un colaborador constante. Quizás he sido local, casi chauvinista, pero hay que recordar que para ser global hay que ser auténticamente local.

Comencé en 1999 en El Regional del Sur, donde los suplementos culturales eran el pan de cada día y en ellos se manifestaba una rica comunidad artística. Luego pasé a La Opinión, El Sol de Cuernavaca y Postal, donde publiqué brevemente.

En El Diario de Morelos no he sido colaborador, pero agradezco las notas que han hecho de mi trabajo; también he aparecido en sus páginas de sociales, más bien por casualidad. Después vino una etapa fértil en La Jornada Morelos, donde tuve más espacio y encontré una diversidad de lectores que desconocía.

Publiqué en otros diarios, semanarios, suplementos y separatas de Morelos, en cierta etapa mi vida de gran energía, que me llevó a conocer los medios, los modos, así como muchos detalles e historias que me callaré por siempre, supongo. Creo que publiqué en todos los periódicos que hay o ha habido en el estado en estos casi 25 años, para decirlo claro.

Por fin llegué a La Unión de Morelos, mucho antes de publicar esta columna, que comenzó en 2019. Fue el suplemento Bajo el Volcán y su coordinador en 2004 los que me trajeron a este diario, una de mis casas más frecuentes y una de las que más estimo, aunque no la única, no se me vayan a poner celosos.

En las páginas de Bajó el Volcán aparecí cuando inicié la locura Ediciones Zetina, hace casi 20 años. Fui entrevistado y luego colaborador asiduo por más de una década. Fui puliendo mi estilo, afilando el lapicero y también conociendo las mentadas de madre, las amenazas de funcionarios y las rabietas de escritores que a golpes querían hacerme desistir de lo que escribía. Hasta ahora habré publicado en La Unión más de 250 textos. Lo escribo y me sorprendo; me conmueve, lloraré (en serio).

¿Pero qué he publicado en dichos periódicos? De todo. Siempre quise experimentar en la mayoría de los géneros posibles y los géneros periodísticos no son pocos. Me encanta conocer algo nuevo y escribir, practicar, ensayar y compartir con el respetable público.

Lo primero que me aceptaron fueron crónicas sociales y reflexiones, pero pronto pasé a la poesía. Como buen lector de diarios, me interesó probar nuevos caminos, con base en lo que leía y aprendía, así que me fui de largo con notas, entrevistas, reseñas, críticas literarias, cuentos, aforismos, elegías, artículos, reportajes, alegorías, ensayos, también viñetas.

Mi experimentación fue más lejos y los editores me lo permitieron: llegué a publicar ilustraciones, estampas, anuncios, cartones, testimonios, fragmentos de novela, fotos y hasta un extraño crucigrama con base en cuentos de Monterroso. Seguro olvidaré algún género. Hasta que llegó la invitación para redactar esta columna semanalmente por parte de Oscar Davis.

Básicamente, he publicado lo que he querido, siempre con respeto a los lectores, lo mismo que a mi estilo personal, de hacer que las palabras sean más que un texto y se conviertan en una experiencia para el lector cotidiano, que con poco tiempo puede pasar un buen rato, lo que eso signifique para cada quien.

Aún hay mucho para hacer aún. Por años me enfoqué más a revistas y medios digitales, pero aquí estoy y seguiré reconociendo el gran valor de la escritura periodística, de los periódicos como literatura popular, de estas páginas como un gran foro, donde mis lectores y yo dialogamos y debatimos.

Por último, debo añadir que nunca he recibido censura por parte de nadie. Incluso me han publicado textos subidos de tono que no creí que aceptarían. ¿Hay censura?, quizás, no para mí.

Gracias infinitas a La Unión de Morelos y a los periódicos donde mis letras han tenido cabida, sin ustedes mi carrera como escritor no sería lo mismo. Hemos hecho un gran equipo y lo seguiremos haciendo. Que siga esta Luna de Miel.

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