En la Cruz Roja Mexicana Delegación Morelos hay un equipo que se ocupa del rescate de personas que han quedado atrapadas o lesionadas en lugares altos, de difícil acceso, aplicando sistemas y técnicas autorizadas, que tienen todas las condiciones de seguridad para lograr el objetivo de la operación.
Los especialistas en rescate vertical extraen a las víctimas atrapadas en edificios, montañas, barrancas, pendientes o en accidentes de tránsito cuando los vehículos caen a precipicios.
El equipo que emplean debe estar en óptimas condiciones, ser de la mejor calidad y revisarse constantemente: un mínimo descuido le puede costar la vida al rescatista y a la víctima.
José Luis Vargas Vélez, operador de la ambulancia Morelos 043, es especialista en rescate vertical, con ocho años de experiencia; pertenece a la Cruz Roja Mexicana Delegación Morelos desde hace ya 14 años.
Cuando el equipo de la Cruz Roja Mexicana Delegación Morelos realiza un rescate evalúa la zona donde se encuentra la víctima, la estrategia a seguir, las técnicas que se van a emplear y las condiciones del equipo que se va a usar.
“Cuando llegamos hasta donde se encuentra el lesionado revisamos en qué condiciones está, si presenta signos vitales, qué lesiones tiene, dónde, peso, estatura; aquí debemos decidir el tipo de estrategia para subirlo o bajarlo a un lugar seguro: todo esto es muy importante, ningún aspecto es menor que otro, ahí está en juego la vida de la persona y del rescatista”, explicó.
Otro aspecto que puede cambiar la estrategia es la hora: no es lo mismo en el día que en la noche o en la madrugada, ni si es invierno o verano; el clima y la hora pueden llegar a complicar un rescate y aumentar el riesgo para el rescatista y la víctima.
José Luis Vargas también relató que él, en lo particular, conoce casi toda Cuernavaca, pero ha ido a servicios en donde no sabe cómo es el terreno; en estos casos siempre encuentran vecinos del lugar que sirven de apoyo y los guían; también hay colegas de protección Civil o de Bomberos que ayudan para realizar la operación.
Confianza total en el equipo
Tener en condiciones óptimas el equipo es esencial. Uno confía totalmente en su equipo y si hay un descuido, se pone en peligro, muchas veces mortal, al rescatista y a la víctima, explicó José Luis Vargas Vélez.
“Cada que regresamos de un servicio tenemos que llenar nuestra bitácora y anotar lo que se haya dañado, revisar nuestro equipo: lavamos o limpiamos el que esté sucio, lo ponemos en orden para la siguiente emergencia. Lo que usamos para rescate vertical es de la mejor calidad y muy costoso. El trípode es muy costoso, el software y el hardware, también es caro, la polea Multi-Purpose Device (MPD), es también cara, los arneses, los anclajes, los conectores, y las cuerdas, entre otros. Cada camión de rescate lleva equipo muy valioso y costoso, en Cuernavaca hay una camioneta y un camión para rescate vertical y estructuras colapsadas, en Cuautla una camioneta y en Jojutla otra.
“Por ejemplo, una cuerda puede durar hasta 10 años, dependiendo del uso y cuidado que le des, que no se moje o que no se sequen al sol porque se degradan, no pisar la cuerda porque la piedra entra en la cuerda y se rompe el alma.
El metal también tiene un cuidado especial. En los descensos se genera mucha fricción y el metal se sobrecalienta y no se te puede caer cuando está así porque se fractura.
Cualquier objeto que sea parte de nuestro equipo y tenga algún defecto o se vea afectado por el uso se debe cambiar inmediatamente”.
“Hace una década había mucha improvisación: ‘Improvisar genera accidentes’, nos decía el instructor. Ahora nos manejamos con base en las técnicas y en las normas internacionales, que son las más estrictas, la norma 1006, en la 1983, en la 1670, que reglamentan la formación del rescatista, cómo debe ser evaluado, las técnicas que debe aprender y el material que debe utilizar”.
En Cuernavaca hay 10 especialistas en rescate vertical, en Cuautla 10 y en Jojutla cinco.
Cuautla es la delegación que más servicios de esta naturaleza provee, dos al mes; Cuernavaca y Jojutla llegan a realizar uno, explicó Edgar Mayorga, jefe de Socorros de Jojutla y Cuautla.
Rescates memorables
José Luis Vargas Vélez relató que entre los rescates más riesgosos en los que ha participado, está el de un ciudadano alemán.
Ocurrió el martes 14 de enero de 2019. Se recibió el reporte de una persona que refería que su familiar Jonás Sebastián Schmailzl, de 37 años de edad, sufrió una caída de una altura aproximada de seis metros al realizar senderismo en la zona conocida como Paso del Viento, en el cerro del Tepozteco.
En la Cruz Roja se recibió la llamada de solicitud del municipio de Tepoztlán y salió el primer grupo de 15 paramédicos; el otro se quedó como soporte o apoyo, como siempre ocurre en estos casos.
Los paramédicos llegaron a Tepoztlán como a las 15:00 o 16:00 horas con las autoridades, dejaron el camión y subieron el cerro a pie.
El extranjero alcanzó a mandar su ubicación y más o menos se sabía por dónde se encontraba.
En un momento, el mapa marcaba que la persona estaba como a cinco minutos, pero para eso había que bajar 400 metros y subir 400 metros.
“Un compañero de Protección Civil y yo fuimos el equipo de avanzada, comenzamos a buscarlo desde las 11 de la mañana y llegamos como a la 1:30 de la madrugada. Bajamos tramos de 200 metros, parte del día y la tarde, la noche, era un área muy extensa, nos metimos a cuevas. Descendimos mucho más de 200 metros. Cuando estábamos bajando, mi compañero de Protección Civil alcanzó a ver una fogata en una saliente y supusimos que ahí estaba la persona perdida. A nosotros se nos acabaron las pilas del radio y del celular y no pudimos dar aviso, pero al poco tiempo llegaron compañeros rescatistas de la Cruz Roja y lo revisaron; después se preparó la extracción y un helicóptero lo sacó de allí.
Tuvimos que hacer un esfuerzo físico extraordinario, mis guantes especiales se deshicieron y algunas cuerdas quedaron inservibles.
Una mala experiencia fue la de Yecapixtla, que ocurrió hace aproximadamente dos años. Una motociclista iba cruzando un puente y cayó en la barranca de 50 metros de profundidad, aproximadamente. Llegó un paramédico del municipio, no tenía equipo de rescate adecuado y, por hacer su labor, encontró por ahí un arnés. Pidió que lo bajaran con el cable de una grúa, y a la mitad de la barranca se rompió el cable y falleció. Nos pidieron el servicio y fuimos a rescatar el cuerpo del paramédico y del motociclista, que estaba vivo. Cuando sacábamos el cuerpo el paramédico, un curioso resbaló y cayó a la barranca, y desafortunadamente perdió la vida. Tuvimos que extraer su cadáver.
El paramédico usó una mala técnica, le ganó la desesperación por atender al herido; tampoco verificó las condiciones del cable de la grúa y su equipo básico.
Para rescatar al herido y recuperar su cuerpo y el de la persona que andaba curioseando y cayó, tuvimos que plantear una estrategia y hacer sistema arriba, hicimos un plan, definimos la técnica y pudimos rescatar y recuperar:
Utilizamos arneses especiales para rescate vertical, de cinco puntos, tenemos cuerdas de 11 milímetros dinámicas y estáticas, semiestáticas, rígidas y de poca elongación; tenemos mosquetones. La norma 1987 NFPA (National Fire Protection Association) especifica cuántos kilos aguanta una cuerda. Como rescatista debes saber qué mosquetones debes utilizar, tienes tu peso y una relación de 15 a uno, es decir, debe soportar ese material 15 veces el peso que le vas a poner, y en cuerdas son 10 a 1. Tienes qué definir la técnica que vas a usar y de ello depende el material a ocupar, por ejemplo, un anclaje antibombas en estructuras rígidas, pueden ser anclajes naturales o artificiales, en roca o en árbol, debemos conocer los diámetros para poder anclar”.
“Otro de los más complicados fue en Puebla. Hacen como tres años, se volcaron dos tráileres en distintos momentos, pero en el mismo lugar; fui al segundo. Iba una familia adentro. Cayó muy profundo y no podíamos calcular si era 20 o 30 metros, para decidir el sistema, si las cuerdas de 200 metros iban a alcanzar, en caso contrario, tendríamos que volver a hacer el sistema. Llegamos y recuperamos los cuerpos, por desgracia todos habían fallecido.
Tenemos una fe ciega en nuestras técnicas, en nuestro equipo, en nuestros compañeros con los que trabajamos, de esta manera enfrentamos al peligro. Nos estamos preparando constantemente, tomamos talleres, especializaciones, prácticas constantes, nunca terminamos de aprender; la institución nos provee estas herramientas y nosotros nos preparamos a conciencia. Todo el esfuerzo que ponemos va encaminado a salvar vidas, a aliviar el dolor”.