Los escritores (hacedores de libros) trabajamos en solitario, cierto, pero hoy hablaré de quienes forman parte de mi círculo de trabajo, aquello que llamo “mi ecosistema” (hoy no seré tan cursi, no mencionaré familia ni amigos).
La lista incluye contadora, técnico de computadoras, socia de impresión, ilustradora, lectores beta, correctores, gestora cultural, comunicadores, libreros, directoras de escuelas, vendedores, distribuidores, escritoras, funcionarios, maestras, fotógrafos, editores de mis libros, de revistas, de otros libros, de este diario y emprendedores.
Son muchos los elementos que colaboran conmigo y con los que colaboro. Tienen que ver con mi actividad económica y vital: escribir, editar, publicar, imprimir, enseñar. Escribir es solitario, editar en gran medida, pero para que eso ocurra de mejor forma, hay que salir, trabajar en equipo, hacer muchas cosas más allá de leer, escribir, diseñar u ofrecer.
Una actividad previa a realizar una obra literaria es observar, tras lo cual viene una reflexión, una indagación en el tema, planeación y luego escritura intensa. Lo que observo es mi realidad, la sociedad, vecinos, amigos, familia, transeúntes, ancianos, neuróticos, incluso diletantes. Soy parte activa de una sociedad, no soy artista ocioso o indisciplinado, no vivo en una torre de cristal. No puedo desligarme de la realidad cotidiana.
Pago impuestos con ayuda profesional; mando imprimir libros con la mejor; soy contratado para dar talleres a través de funcionarios eficientes; publico en revistas, donde me atienden quienes las hacen; compro papel; doy talleres y pláticas a personas interesadas en los mismos temas; ayudo cuando y como puedo a mi entorno.
El técnico de mis computadoras es especial, sabe de su trabajo y ayuda al mío. El servicio de mensajería incluye personas amables, igual que Correos de México, con quien envío cien paquetes por año. Cuando algo me hace falta busco en mis contactos y encuentro a la persona indicada para realizar una parte del proceso que requiera. Siento un gran apoyo de quienes están ahí, sabedores su arte, para sumarlo al mío.
Con colegas editores libres hacemos equipo en ferias y eventos, para mejores experiencias y más ventas. Hay un diálogo constante, pero también cargamos mesas, prestamos manteles, cuidamos puestos, vendemos lo de otros, imaginamos un mundo mejor. Con escritores trabajo ofreciéndoles servicios editoriales y siendo parte del proceso de publicación de sus libros, estoy en contacto con muchos; son personas que, como yo, buscan opciones para llegar al público y merecen la mejor atención.
La ilustradora me colabora con imágenes, portadas, diseños o ilustraciones cada que hace falta. La que imprime da seguimiento a mis pedidos, atiende mis dudas, aguanta mis momentos, me ayuda con sus ideas jóvenes y frescas. Los maestros me buscan para servicios, libros, asesorías, salir de dudas, hacer libros; siempre es emocionante hablar con ellos, son seres cultos y nobles los que conozco.
Los libreros son extraños, serios, pero conocen su labor y se empeñan en su oficio, he aprendido de ellos y continúo con eso; las librerías siempre serán mi trinchera y mi refugio. También los centros culturales, cafebrerías, foros, museos, plazas y otros recintos están en mi espectro de acción, para llegar a nuevos públicos.
Personajes fundamentales son los terapeutas, que han sido parte de mi proceso personal de sanación y comprensión de la vida, los traumas, el dolor, la injusticia; con paciencia han sabido dar a mi ser palabras y experiencias necesarias (a veces dolorosas) para mi desarrollo como persona y también como creador. Ah, los periodistas, sí, ellos también han estado conmigo.
Mi ecosistema extendido incluye lectores de mis colaboraciones y mis libros, escuchas de mis videos y audios, seguidores en redes sociales, viejos maestros, autores que admiro, clientes, ex alumnos, colectivos, activistas y otros perfiles.
Más allá de mi órbita artística, en mi ecosistema hay taqueros, doñitas que con su comida nutren mis antojos, choferes, marchantas de mercados, tenderos, cajeras de súper, jardineros, gente del gym, empacadores, el plomero, repartidores, meseras, administradores, dentistas, agentes inmobiliarios, mecánicos… pasajeros todos de esta vida de vaivenes holísticos, de soledades concurridas, de amor y de sombra.
A todos los que son parte, les digo: muchas gracias, es un honor caminar con su compañía. Está claro que nunca he trabajado solo.
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