Sus hijos no siguieron sus pasos porque fueron testigos de las largas jornadas que implica ser chofer.

“Cuando tenía diez años mi papá me enseñó a manejar, él también fue chofer del transporte público y camiones de carga. Me gustó tanto el volante que dejé la preparatoria y me puse a trabajar, primero en el taxi que tenía mi papá y después en los camiones grandes”, contó Adán Montes.

El trabajador del volante afirmó que está a gusto en esta actividad porque ha logrado mantener a su familia, aunque dijo que después de veinte años de trayectoria uno se aburre porque diariamente hace lo mismo; sin embargo, en su opinión, ser chofer no deja de ser un buen trabajo.

Entrevistado en la base de la Ruta 1, Adán contó que cuando sus hijos eran pequeños de vez en cuando lo acompañaban a su trabajo, pero gracias a que fueron testigos de las largas jornadas que implica ser chofer, a ninguno le interesó ser conductor del transporte público.

Desde su experiencia, conducir una unidad del transporte colectivo es estresante porque tienen que respetar el tiempo que les indican en la base para no pagar “minutos quemados”.

“Es un trabajo estresante por los tiempos que ponen en la base, que son necesarios para llevar un control, pero sí ocasionan estrés. Además, hay que lidiar con tanta gente que a veces se molesta. Afortunadamente no he recibido malos comentarios, al contrario, el dueño del carro me ha dicho que llegan felicitaciones por mi trabajo”.

A decir del entrevistado, en la “ruta” se obtienen ingresos de hasta 500 pesos al día, siempre y cuando el operador trabaje todo el día.