Aunque Martín Miranda López tiene una experiencia de 32 años como taxista, cuando llegaron los servicios de transporte decidió probar en las plataformas -que le comenzaban a quitar la clientela- con la esperanza de mejorar su situación económica.

Dijo que durante un mes trabajó como conductor de Uber, pero en ocasiones llegaba a su casa solo con 200 pesos, pues la plataforma le descontaba el 25 por ciento del total de los viajes al igual que su patrón, además, diariamente tenía que comprar la gasolina y quedaba poco dinero para él.

Luego llegó la pandemia de covid-19 y sus ingresos se redujeron más, al grado de que durante todo el día obtenía entre 100 y 150 pesos, por lo que emigró a Estados Unidos y consiguió trabajo en una fábrica, con lo que pudo mantener a su familia.

Hace un año Martín regresó al país y -ante la falta de empleo- retomó su labor como chofer de taxi.

Actualmente -indicó- la situación económica ha mejorado un poco, aunque para llevar unos pesos a su casa ha cobrado viajes en 30 pesos, cuando la mínima es de 40.

“La pandemia nos afectó mucho, pero no he pensado en dejar el taxi porque al menos hay dinero para comer. Además, no hay trabajo, lo mío es la construcción y ahí también se acabó. A veces hago trabajos de plomería para llevar más dinero a la casa, porque la situación está difícil”.

Una de las ventajas del taxi, indicó el trabajador del volante, es que es dueño del vehículo y no tiene la presión de entregar la cuenta, como sus colegas, aunque tiene que ahorrar para el mantenimiento.

“Los ingresos varían mucho. Hay días en los que parece que uno se saca la lotería y se lleva mil pesos porque hacemos viajes a otros estados, pero en ocasiones con mucho esfuerzo juntamos 200 pesos”.