En 2004 era un joven escritor, con muchas ganas y bastantes dudas. No había opciones para publicar libros en Cuernavaca, o eran tan pocas y restringidas que no resultaban operativas. Con la premisa “si no hay editoriales, hay que hacer una” comenzó esta aventura.
No sabía cómo ponerle a mi sello. Apenas había egresado de la Licenciatura en Letras y las ideas no eran claras. Los finalistas fueron “Ediciones Aquelarre” y “Ediciones Zetina”. Tras consultar amigos y sitios web me decanté por mi apellido. Con Aquelarre había proyectos literarios en varias ciudades y, además, así quedaría claro quién hacía los libros.
Como escritor tenía una carrera incipiente, había ganado alguna beca y publicado en medios, aunque aún no había salido mi primer libro. Aquel era el siguiente paso que pretendía dar. Cierto que leía bastante, estudiaba español por mi cuenta y escribía cuanto podía, pero era chico aún.
Siempre tuve una gran ambición con los libros, lo que resultaba saludable y a la vez un gran reto. Quería hacer algo que aún no sabía bien cómo se realizaba. En la universidad (UAEM) había comenzado a trabajar corrección de estilo, asesoría en redacción, talleres literarios y edición de revistas, como entrenamiento para la vida profesional, pero editar libros, por mi cuenta y en solitario, era otra cosa.
Como artista nacido en la marginación, me crecía ante la adversidad y cuando me decían que no iba a poder, que ser editor era para ricos, para hijos de intelectuales o como un pasatiempo redoblaba mi esfuerzo por aprender. Lo que definitivamente marcó mi ruta de trabajo fue la acción: aprender haciendo: publicar libros con un fin pedagógico, editar para saber hacerlo, producir por pasión y cada vez con mayor técnica.
Desde el inicio advertí que no sería un buen editor sino con los años, así que, igual que con mi obra literaria, el asunto requería, además de todo, una buena dosis de paciencia, lo que hasta la fecha aplico.
Ediciones Zetina ha sido mi casa, soy el creador, pero no el único que ha pasado por aquí. Con el tiempo muchas personas me ayudaron a avanzar, con sus obras, dudas, ideas, locuras, arte. Lo mismo aprendí de diseño editorial, que de impresión, corrección, venta, promoción, impuestos, costos, facturación, gestión de proyectos y liderazgo. Editar es un oficio bastante amplio y exigente.
Pasé de escribir mis obras a publicar la de otros, sin dejar mis letras en el olvido. La mucha lectura y el trabajo editorial diario no me hicieron olvidar mis propias metas en la literatura. Te cuento esto en primera persona, asumiendo los errores y malos momentos que he pasado como editor, porque no todo han sido aciertos y aplausos.
Parece que hay un conflicto de intereses al escribir y editar, pero nada hay de eso, solo se trata de que entre mis letras y las de otros existe una continuidad de ideas e historias. He aprendido ambos oficios con ahínco y estudio constantemente. Los dos me gustan, a ellos me entrego.
Apenas a casi dos décadas de hacer libros puedo decir que es mi mejor momento. No me da vergüenza reconocerlo, he aprendido en el camino, me he forjado en la práctica, sobre todo, en lo que se conoce como edición independiente, que yo llamo edición libre, a saber, la publicación de libros que no admitirían en la mayoría de las editoriales, obras marginales, con públicos específicos, académicos, antologías, entre otros.
Seguiré haciendo libros toda la vida, no voy a jubilarme nunca; estos primeros veinte años (con callos, sudor, lágrimas, pérdidas, ventas, enseñanzas y lectores) solo son el inicio alentador de algo que durará mucho tiempo más.
Agradezco a autores, medios, impresores, socios, clientes, familiares y amigos que han acompañado mis pasos siempre. Abrazo especial a mis enemigos, por estar ahí, observando con el rabillo del ojo.
Te espero hoy viernes 2 de junio a las 5 pm en la Librería La Bigotona en el centro de Cuernavaca (Plaza Moctezuma, Matamoros y Abasolo) para el primer evento de celebración. Tendremos poesía, narrativa, música, brindis, convivencia, diálogo y más. Participarán Alma Karla Sandoval, Javier Payeras, Jasmín Chacheux, Lorena Aguilar, Lucien Garsal, Brenda I. Ortiz, entre otros. Los primeros tres lectores que lleguen con un ejemplar impreso de La Unión de Morelos recibirán un libro de regalo. Gracias.
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