Columna número 200. Celebremos cuatro años de compartir problemas y aciertos, vicios y virtudes, risas y llanto. Gracias por leerme, seguiré aquí. El 13 de junio es Día del Escritor, otro motivo de congratulación. Además, terminé mi primer año del Doctorado en Literatura con buenos resultados.

Decidí escribir Un escritor en problemas para compartir las vicisitudes del oficio y exponer un poco la persona que soy: el hombre tras el personaje. La literatura me ha dado satisfacciones, reconocimiento, un estilo de vida honroso, una profesión honorable, viajes, conocer personas interesantes… pero no todo es miel sobre hojuelas, uno tiene que enfrentarse a cualquier cantidad de embrollos cotidianos. Cuando eres creativo, tus problemas también lo son.

Muestro lo que no se ve ni a primera vista del arte de escribir: vericuetos del camino hacia el éxito, podríamos decir, mediante anécdotas, datos y opiniones. El sentido crítico de mis colaboraciones tiene que ver con conservar la honestidad, reflexionar sobre la trascendencia de lo que hago, discutir temas actuales y, claro, ser un poco socarrón.

Ha habido humor aquí, porque así soy: practico el sarcasmo como defensa propia, también como un ataque hacia la banalidad, la estulticia, la pusilanimidad. Hay que reírse del mundo para que no solo el mundo no se ría de nuestras ridiculeces. Tomo tan en serio mi trabajo que me río un poco de él y hasta lo hago público. Y es que a veces los artistas somos exagerados, dramáticos, pendencieros, dificultosos y eso hay que mostrarlo.

También me he metido en temas más escolares: leer, escribir, editar, no por petulancia, sino porque son mi día a día. Me encanta (y agradezco) vivir entre libros y hablar de lo que me rodea. Pretendo hacerlo como una síntesis de lo que he aprendido, pero igual como un recordatorio de lo que me falta por conocer. Sé que para algunos lectores ha sido de utilidad.

Corren tiempos difíciles, pero siempre ha sido así, por eso veo en cada crisis una nueva oportunidad. Calor, dinero, pareja, enfermedad y otros líos son parte de la vida. No sé tú, pero yo vivo pese a las circunstancias, no gracias a ellas.

Escribir cada semana ha sido un reto y un gran aliento para reafirmar mis convicciones, dudar de mis certezas, buscar la precisión en mis textos y para hacer catarsis cuando ha hecho falta.

La vida cambia, no siempre tengo la misma postura ni iguales ideas. Cuando comencé esta columna vivía en Querétaro, luego me fui a la Ciudad de México, volví al Bajío, ahora estoy —casi inexplicablemente— en Cuernavaca. Más tarde, no sé desde dónde escribiré. Como escritor llevo mi casa adonde vaya, el arte es mi morada, inextricable es mi destino y ancho es el mundo que habitamos. Como dice Sohrab Sepehri: “Tal vez nuestra misión es correr entre la flor de loto y el siglo tras la llamada de la verdad”.

He descubierto que la gente me lee en los sitios más extraños, alejados, difíciles; que hablar de frente y a calzón quitado permite que otros también lleguen a sus propias reflexiones; que el arte de conmover por medio de la palabra sí surte efecto cuando se avienta la botella al mar y se sigue andando.

Agradezco a mis lectores, a La Unión de Morelos (superviviente diario de provincia), a mi hija, a mi familia y amigos, a mis detractores y fans, a mis estudiantes y clientes. A todos les quiero, aunque no lo crean.

Una de las enseñanzas más importantes ha sido que el diálogo se puede seguir generando desde cualquier trinchera, siempre y cuando tengas la tenacidad de continuar y la osadía de alzar la voz. Esta columna me ha permitido dialogar con diferentes generaciones, instituciones, escuelas, historiadores, otros medios, gente en la calle, autores, contigo.

No solo violencia, narco y política (todo uno mismo) son los temas de la agenda nacional. También hay que hablar de necesidades y detalles cotidianos desde el arte y la cultura, acerca de literatura, lectura, edición, venta de libros, educación y otros. Hay que poner en el debate ideas más elevadas, abstracciones más profundas y trascendentes.

Disculpen las erratas, son parte de mis problemas, no me creo perfecto, no lo soy. Seguiré escribiendo cada semana mientras pueda. Aplausos para ustedes.

#danielzetinaescritor #unescritorenproblemas