Desde que terminó la primaria empezó a trabajar para ayudar a su mamá con los gastos de la casa.

“Me gusta manejar, aunque también me hubiera gustado tener una profesión; debe ser bonito superarse, pero no tuve la posibilidad de estudiar porque mi papá nos abandonó cuando yo tenía siete años”, expresó Martín Salgado Álvarez, quien trabaja como operador del transporte público.

Por el abandono de su padre -dijo- no pudo continuar sus estudios y al salir de la primaria empezó a trabajar como chalán de albañil para ayudar a su mamá con los gastos de la casa, pues es el tercero de nueve hermanos, siete hombres y dos mujeres.

Martín contó que tiene cuatro hijos y afortunadamente ninguno se ha interesado en ser chofer del transporte público.

“Uno de mis hijos estudió mecánica y el otro quiere abrir su propio taller, pero ninguno me ha dicho que quiere trabajar aquí. Al contrario, me dicen que todo el tiempo andamos corriendo y llego tarde a la casa. Por eso no les gusta este trabajo”.

De su actividad diaria, refirió que se ha encontrado con todo tipo de personas, desde los que le agradecen, los que no responden ni el saludo y los que le avientan las monedas, principalmente las personas de la tercera edad que tienen descuentos con la credencial del Inapam.

Para colmo, diariamente hay por lo menos tres pasajeros que dicen “ahorita te pago” y cuando les cobra se molestan y aseguran que sí pagaron, cuando no sea así.

Salgado Álvarez  confirma que ser chofer es una labor cansada, pues su jornada empieza a las cuatro de la mañana y termina alrededor de las nueve de la noche y en ocasiones no tiene tiempo ni para comer, pues diariamente tiene que completar tres recorridos.