“Aquí conocí a mi esposa. Ella trabajaba con su mamá, que en ese tiempo se encargaba de vender comida a los operadores de los Chapulines. Nos hicimos novios y luego nos fuimos a vivir juntos; tenemos tres varones y sólo uno de mis hijos siguió mis pasos, de hecho, trabajamos juntos en esta Ruta”.
Así relató Narciso González Alonso una de las tantas anécdotas que ha vivido en su trabajo como chofer del transporte público, una labor que realiza desde hace más de 20 años.
“Mi vida y mi pasión han sido el transporte”, afirma Narciso, quien lamenta que por ser chofer ha estado ausente en fechas importantes para su familia, como en el nacimiento de sus hijos y en el cumpleaños de su esposa, que fue el martes y él tuvo que trabajar.
Dijo que de sus tres hijos solo a Rodrigo Manuel le llamó la atención el volante, pues desde que él y su hermano tenían entre cinco y seis años de edad, los tenía que llevar al trabajo porque no había quien los cuidara en casa.
“Cuando eran chiquitos los traía a trabajar y recuerdo que los tenía acostados en un asiento porque a veces se dormían y una vez una señora les regaló una almohada. Creo que desde entonces a mi hijo Rodrigo le gustó el camión y ya de grande empezó a trabajar en la ‘ruta’, porque ya no quiso estudiar”.
Como padre -indicó- quería que sus hijos tuvieran un mejor trabajo, pero al final respeta la decisión de cada uno.
El entrevistado asegura que seguirá al volante hasta que el cuerpo aguante, pues tiene la creencia de que si deja de trabajar entrará en depresión, porque está acostumbrado a su rutina.