“A veces en la vida hay que saber luchar no sólo sin miedo, sino también sin esperanza.”

Alessandro Pertini

En mi constante labor de reflexionar y divulgar los temas que en mi conciencia son de suma importancia para el bienestar común y de nuestra ciudad, me he orillado, una vez más, a retomar el tema de las urbanizaciones cerradas y a la complejidad que conlleva construirlos.

En el transcurso de la semana pasada me di a la tarea de identificar, en persona, los desarrollos habitacionales que se están construyendo actualmente en la ciudad de Cuernavaca, desde desarrollos con vivienda construida a la venta, condominios con venta de lotes, o simplemente urbanizaciones cerradas. En mi corto estudio presencial identifique, con total certeza que, el cien por ciento de los nuevos conjuntos habitacionales son urbanizaciones cerradas que no benefician en absolutamente a la vida de la ciudad. Los desarrollos tienen un control estricto del paso y de la visibilidad interior y exterior, no aportan en ningún caso espacio público, comercio en planta baja o banquetas con ancho mayor a tres metros. Otro dato a destacar es la escala de los conjuntos habitacionales, conjuntos que llegan a tener como mínimo de territorio cinco mil metros cuadrados hasta hectáreas, suma imposible de contar sin datos topográficos. Lo peor viene en la ocupación de suelo con un porcentaje mayor al 85 por ciento, dejando las “migajas” a sus supuestas áreas verdes que, por cierto, es solo para la clase adinerada que tiene acceso a esas “migajas”. En contraste, ninguna vivienda en venta es menor a un millón 200 mil pesos. Por supuesto que no vimos una vivienda asequible a la venta, eso es impensable para el desarrollador que solo quiere ganar dinero y no le importa la calidad arquitectónica y el sentido social.

Lo más alarmante me pareció al momento de convertir el porcentaje de ocupación que tienen estos desarrollos conforme a la ciudad de Cuernavaca.

Repito: este estudio fue presencial y con herramientas propias que tengo a la mano, sin embargo, se puede dar un panorama bastante amplio al problema que quiero presentar, seguramente con más investigación de campo y de gabinete los datos serán más precisos.

Los datos me arrojan que los nuevos desarrollos inmobiliarios ocupan el 55 por ciento de la obra nueva que se construye en Cuernavaca y ocupan el 30 por ciento del territorio. Lo peor es que esta cifra va a crecer año con año. En pocas palabras, se ha perdido 30 por ciento de territorio en Cuernavaca.

La decisión de planificar la ciudad ya no la toma el municipio, la gente o profesionistas comprometidos con su ciudad, la ciudad cae en manos de los “carteles inmobiliarios”. Ellos son los verdaderos diseñadores de la ciudad, son los que deciden cómo vamos a vivir.

Es momento de poner regulaciones estrictas a los desarrolladores inmobiliarios y a todos esos arquitectos que ven más a la profesión como un negocio que como un servicio público. En mi opinión, las restricciones deben ir con regular el porcentaje de ocupación, la transitabilidad en la ciudad, la accesibilidad, el balance entre urbanización cerrada y la dotación de áreas para uso público, pero también en el porcentaje de construcción. Que al menos el 20 por ciento del negocio inmobiliario sea destinado para construir vivienda asequible de calidad arquitectónica.

Sé que mi pequeña lista y mis quejas constantes a veces no tienen esperanza, pero de eso se trata, de siempre estar en la lucha constante por el derecho a la ciudad y a una vida digna.