Pedro Enrique señaló que hace unos diez años regresó de Estados Unidos para hacerse cargo de sus padres, porque estaban enfermos.
En aquel país -dijo- se dedicaba al trabajo de jardinería, carpintería y construcción, y aunque en Morelos intentó dedicarse a lo mismo, prefirió el taxi porque así sería más fácil trasladar a sus papás.
“Vivía en Estados Unidos, pero regresé para cuidar a mis papás. Allá hacía de todo y aquí el único oficio que me gustó fue ser taxista, para poder llevar a mis papás al seguro a algún centro a hacerse sus estudios”.
Afirmó que está a gusto en esta actividad porque ha logrado solventar sus gastos; sin embargo, reconoció que la demanda en el servicio disminuyó a raíz de que llegaron los servicios de plataforma como Uber y Didi.
Aunque sus ingresos han disminuido considerablemente, el trabajador del volante se niega a registrarse en las aplicaciones, pues considera que de esa manera sería fácil ser “blanco” de la delincuencia.
“Me han comentado que hay muchos viajes y uno puede ver si le conviene o no tomar el servicio. Lo intenté en las vacaciones, quise cambiarme, pero no soy de tecnología y luego digo ‘de por sí, así nos quieren quitar todo’ y trabajar por medio del teléfono nos podrían asaltar más fácil”.
Afortunadamente, indicó, los fines de semana obtiene mejores ingresos.