Sociedad

Fantasía o realidad


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Como escritor, conozco el Reino de la Fantasía, ese donde todo es posible, donde no hay límites y la libertad es plena. Ahí pueden aparecer un dragón, dos unicornios, tres dinosaurios, vivos y hasta hablando. Es un lugar que permite toda posibilidad y casi siempre soy feliz ahí.

Como persona, conozco el Reino de la Realidad, también llamado por muchos Este Valle de Lágrimas, o mundo contingente si más. Ahí puede verse el bien y el mal humano en representaciones patéticas y hasta cómicas. Es un lugar limitado y con muchas reglas, aunque con grandes oportunidades.

La fantasía es la capacidad humana de imaginar cosas y hechos que no existen. Decir, por ejemplo: “Volaré con mis alas hasta el Sol y volveré con una flama para encender el corazón del Gólem”.

La realidad es la capacidad humana de vivir de forma objetiva y social. Decir, por ejemplo: “Estudiaré y me prepararé lo suficiente en busca de un futuro óptimo”.

Hay un punto de fantasía en la realidad: aquello que a veces no podemos o no sabemos explicar, situaciones, seres o fenómenos que rebasan nuestra comprensión, pero que para muchos son reales, a pesar de los detractores. Digamos: brujas, gnomos, aluxes, serpientes emplumadas, chamanes. Resultan contrapesos para la realidad real.

Hay un punto de realidad en la fantasía: en general, solo podemos imaginar cosas fantásticas a partir de los referentes que ya tenemos (memoria) o de aquello que podamos investigar. Y deberá ser verosímil, condición que hace creíble lo que fantaseemos.

Asumir la fantasía sirve para muchas cosas. Van tres casos: a) para imaginar cuando estamos estudiando; b) para comprender conceptos complejos, como la piedra filosofal, el inconsciente o la antroposofía; c) simplemente para disfrutar de nuestra imaginación. La fantasía puede ser favorable, pero tampoco es obligatoria, ¿ok?

Asumir la realidad es útil: a) para no desbalagarte en el mundo sensible; b) ser funcional y aprender cada día a ser mejor persona; c) buscar el éxito o el fracaso en la vida propia.

Es importante saber distinguir la fantasía de la realidad. Aquí tres ejemplos de que algo está torcido en dicha relación, cuando gana la fantasía:

  1. te crees tus mentiras y tratas de justificarlas con utopías o más mentiras; resultado: dejas enojados a todos
  2. insistes en que se enamore de ti una persona a la que no le interesas; resultado: quedando en ridículo
  3. te pones una meta que nunca alcanzarás o que es humanamente imposible, como levitar; resultado: vives frustrado por siempre

También cabe entender que no todo tiene una explicación lógica, ni parte de un razonamiento. Hay problemas cuando:

  1. tienes una explicación absolutamente para cualquier fenómeno, incluso para teorías nuevas o hipótesis fantasiosas
  2. explicas los sentimientos con frialdad, como el amor o el rencor, sin tomar en cuenta la particularidad de cada ser y sus circunstancias
  3. niegas la fantasía porque eres bien pero bien realista y no te permites pensar más allá de lo comprobable o científico

La fantasía es necesaria, precisamente porque no es real. Es reconocer que nuestra mente es superior a la realidad. Practicar la fantasía (imaginación) es sentirnos libres y seguros. Además, la fantasía nos ayuda, insisto, a superar nuestra vida limitada, no porque queramos ser fantasiosos sino porque muchos buscamos ser fantásticos, en el sentido de personas extraordinarias, por lo que hacemos con nuestra vida o por lo que compartimos con otros.

En primera persona: Reconozco el gran valor de la fantasía, pero es igual de importante no dejarme llevar por ilusiones irrealizables, sueños guajiros o francas tarugadas, que terminarían convirtiéndome en un inadaptado social, sino que de plano en un idiota, un pusilánime.

La realidad es bella o fea, pero indiscutible, innegable, necesaria. Hay que vivir en la vida, con los pies en la tierra, ayudándonos con la fantasía (mental), pero sin cruzar la peligrosa frontera entre ambos ámbitos. Conviene ser realista cuando haya que serlo y fantasear lo más que podamos, sin lastimarnos ni dañar al entorno.

Como escritor, me gusta mi realidad y la fantasía la enfoco, especialmente, en mis textos literarios. La uso, también, al dar clases, pero con la precisión de que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. ¿Tú qué opinas? Gracias.

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Daniel Zetina

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