Francisco Morales -quien desde hace quince años conduce una unidad del transporte público- asegura que diariamente motiva a su hijo para que no abandone la escuela, luego de que él no aprovechó la oportunidad que le dieron sus padres para estudiar una profesión.

Francisco terminó hasta segundo año de secundaria y cuando apenas tenía 13 años empezó a trabajar como ayudante de jardinería. Al cumplir la mayoría de edad incursionó en el transporte, donde comenzó como lavador de camiones hasta que tuvo la oportunidad de aprender a manejar.

Al estar detrás del volante -dijo- entendió que lo suyo es ser chofer y afortunadamente los nervios no lo traicionaron. Sin embargo, para mejorar en su labor ha tomado seis cursos de capacitación y gracias a eso -afirma- no ha sufrido accidentes viales.

“Algunos dicen que es fácil manejar, pero todos los días hay que estar a las 4:45 de la mañana en la base y salimos a las nueve o diez de la noche. Hay que entregar una cuenta de mil 700 pesos y mil 400 para la gasolina, y a veces llegas a tu casa sin un peso, pero hay otros días en los que te va bien; creo que esto es como una ruleta”.

Explicó que sus papás lo regañaron por su decisión de dejar la escuela y empezar su vida laboral; sin embargo, él estaba seguro de que quería dedicarse al transporte y afirma que dentro de tres años buscará empleo en una empresa automotriz, pues desea poder conducir un tráiler.

“Mis papás me decían que estudiara, que no querían que tuviera este trabajo; querían que fuera alguien en la vida, pero a uno de chavo le gusta el dinero y ahorita le digo a mi chavo ‘tú estudia porque esto es bonito, pero también es cansado’ y como chofer a veces no tienes tiempo ni para comer o para descansar”.

Afortunadamente su hijo no se ha interesado en el transporte y desea estudiar mecánica automotriz cuando termine el bachillerato.