Janeth es checadora de “rutas” desde hace 15 años.
Desde hace 15 años Janeth trabaja como checadora de “rutas” para contribuir con los gastos de la casa y en ese tiempo ha sido víctima de acoso por parte de algunos operadores del transporte público.
La entrevistada empezó a laborar en este oficio porque en ese tiempo tenía un hijo enfermo y su esposo -que era checador- no se daba abasto para cumplir con los gastos de la casa, por lo que Janeth le propuso trabajar al menos medio día para reunir un poco más de dinero.
Su esposo aceptó y la capacitó, mientras él buscaba un empleo formal donde tuviera seguro social para atender a su menor.
“Mi esposo era checador, pero teníamos un niño pequeño y se enfermó, entonces me dijo que iba a buscar otro trabajo para que le den el seguro y empecé a trabajar unos días para que no nos quitaran el espacio, hasta que me empecé a quedar las ocho horas y aquí sigo”.
Los primeros días -comentó- fueron difíciles, no sólo por la falta de experiencia en este tema, sino, porque algunos choferes la acosaban sexualmente, hasta que les puso un alto.
“Creo que no les gustó que una mujer esté checando. Ven a uno y piensan que por ser mujeres andamos buscando hombres. Aunque les decía que tengo esposo me decían ‘¿cuándo nos vamos a comer un pollito’? o ‘¿cuándo nos vamos por ahí?', y le dije a mi esposo y una vez vino y les dije que le digan a él, todo lo que me decían, y se calmaron”.
Aunque esa acusación le costó en sus ingresos, pues cada vez son menos los operadores que le dan una propina a cambio de darles a conocer el tiempo de diferencia que llevan de sus colegas, dijo que las puertas no se le han cerrado y ahora vende alimentos para obtener un ingreso extra.
Hace tres años, Janeth aceptó la invitación de una vecina de Tlaltenango para vender tortas, café, gelatinas y fruta en el mismo espacio, donde se encarga de registrar el tiempo que llevan los operadores.