Es checador de “rutas”, igual que su mamá
Antuan Enríquez deseaba estudiar una profesión, sin embargo, por falta de recursos económicos en su familia sólo terminó sus estudios de nivel básico.
Antes de cumplir la mayoría de edad comenzó su vida laboral. Por unos años trabajó en una tienda de abarrotes, en Temixco, pero lo dejó porque un amigo le comentó que como checador obtiene mejores ingresos y es un ambiente más relajado.
Desde hace cinco años se encarga de registrar el tiempo de diferencia que llevan los operadores de la Ruta 11, aunque su sueño era estudiar gastronomía.
Actualmente trabaja en bulevar Juárez, en Cuernavaca, y señaló que lo cansado de este oficio es que diariamente tiene que llegar a las 4:50 de la mañana a esta base. Su jornada laboral termina a las dos de la tarde, pero en ocasiones tiene que doblar turno, por lo que termina a las 9:30 de la noche.
“Los checadores ganamos una propina. En la Ruta 11 la mínima es de ocho pesos, pero depende de cómo te desenvuelvas en su trabajo, y mientras apoyes a los choferes con darles el tiempo correcto y avisarles cuando hay tráfico para que no paguen los minutos, ellos te pueden dar más de diez pesos”.
Afortunadamente, dijo, en una jornada de ocho horas reúne hasta 400 pesos.
“Mi mamá es checadora, ella solita nos sacó adelante porque mi papá nos abandonó. Somos cuatro hijos y mi mamá nos dio hasta donde pudo. Sólo terminé la secundaria, pero quería estudiar gastronomía. Ahorita ya no puedo estudiar, porque tengo un hijo y quiero darle lo mejor y que termine sus estudios”.