Como escritor, vivo aislado mucho tiempo y en diferentes sentidos, pero no por eso ignoro mis propósitos más allá de mi mundo personal. El tema parece fácil, pero es bastante espinoso. ¿Debe como escritor ser un modelo para la sociedad? No, de ninguna forma estoy obligado a ello.

Como escritor soy un filtro de los fenómenos y emociones humanas, por lo tanto, de la sociedad en la que vivo; esto me confiere una condición extrema, que puede llevarme a ser una persona excéntrica, extraña, hasta chocante. Por eso, no necesariamente seré bien entendido en mis manías, pero eso no elimina mi responsabilidad. No soy un apestado, pero sí un raro para muchas gentes.

Como escritor no debo de ser un modelo ni un ejemplo para otras personas, sobre todo, no uno moral. Aunque muchas veces sí llegue a serlo para diferentes individuos, no estoy obligado a ser un modelo pulcro, menos la imagen de un ser perfecto. Aunque, claro, tampoco tengo que ser un modelo de decadencia, vicio y perdición.

¿Esto quiere decir que tengo carta libre de flexibilidad moral o inmoral? No es así. Yo seré quien quiera ser. En mi caso, elijo suscribir mis principios y valores, los que he desarrollado a lo largo de mi desarrollo humano. En mi día a día, soy una mejor versión de mí (una buena persona) y en eso me ocupo, pero es algo que tiene que ver conmigo, internamente.

Como escritor, asumo mi compromiso social, sobre todo, en tres sentidos:

1. Dejar testimonio de mi época. Para ello, es importante que ejercite la observación y la memoria, desde lo micro hasta lo macro. Esto significa hablar de mi vida (como la recuerdo), de mi familia, de mis amistades, de mis escuelas, de mi casa, colonia, ciudad, municipio, estado, país, continente, planeta, Universo.

Observar con la mayor claridad posible, para luego escribir lo que yo considere importante de comunicar a otras personas. Aquello que pueda incidir como detonador de un recuerdo, una reflexión o para que se conmueva y con ello logre una catarsis, por breve que sea.

2. Generar un diálogo. Escuchar y hablar. Una sociedad de monólogos no nos lleva a ningún avance humano. Mis libros aportan ideas, temas, historias y preguntas que pueden detonar dicho diálogo, que más que ser concluyente será abierto.

Los libros en general (el arte) permiten el diálogo porque ayudan a las personas (lectores) a pensar cosas distintas o a tratar temas en formas novedosas. Eso, a la vez, hará que el lector hable con otras personas de lo que piensa y así el círculo dialógico se convierte en un detonador interminable.

3. Ofrecer un sentido crítico de la sociedad. Que por lo general no es conservador, sino liberal, desde una visión independiente, autónoma. Eso implica que no se apegue a dogmas religiosos, políticos, familiares o económicos, sino que busque plantear nuevas formas de hacer, desde la solidaridad, la compasión, el humanismo, la razón.

El sentido crítico de la realidad permite el avance individual y social, porque asume la capacidad de las personas de pensar. Recordemos que las ideas, junto con la palabra, son las armas más poderosas de transformación. Crítico no significa anarquía, tampoco nihilismo, sino necesidad de cambio, en aquellos ámbitos en que se requieran. No es cambiar por cambiar, sino cambiar para bien.

En busca de estos tres compromisos sociales, como escritor escribo aforismos, poemas, o bien cuento historias o ensayo ideas. Puedo ofrecer libros conmovedores, que incluyan personajes tristísimos, historias dramáticas o trágicas, incluso hablar de la sevicia, entendida como la crueldad innecesaria u otros tópicos incómodos.

Cumplir mis compromisos es importante para mí. Lo hago como una misma cosa al crear, es decir, no lo separo de mi creatividad, sino que es inseparable. ¿Cuánto logro este objetivo? Es variable, pero creo que sí lo he conseguido en alguna medida, con mi escritura (libros, columna, colaboraciones) o mis actos públicos (presentaciones, lecturas, edición, conferencias). Y aún tengo mucho que hacer.

Por último, ¿hay escritores sin compromiso social? Claro que sí: los que viven en la superficialidad, la vanagloria, la petulancia, la falsedad. Quizás sí tienen compromiso, pero no lo asumen, pero yo ignoro por qué. Gracias.

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