Hay pocas cosas más absurdas como pensar en hacer un Sindicato de Escritores, es inútil, ocioso, imposible, fatuo, inocuo, pueril. ¿Qué sería algo así? Veamos: un sindicato es un grupo de personas inicialmente sin vínculos más allá de lo laboral, que supuestamente luchan por sus derechos, prestos a poner de líder al más corrupto y holgazán entre ellos. Vaya, aún existen organizaciones tan anacrónicas como dañinas, ¿conoces alguna?
Un Sindicato de Escritores sería una asociación para defender, mmm… A ver, a ver, regresemos: ¿escritores?; desde el inicio habría problemas: ¿qué criterios obedecer para declarar a alguien escritor? ¿Quién lo es y quién no? ¿Habría una dictaminación, un certificado?
Los sindicatos se forman desde los contratos colectivos de trabajo, algo que despersonaliza al ser humano: imagínate: perteneces a un colectivo con desconocidos para defender unos derechos que ignoras (o podrías defender solo), pagando cuotas a quienes desconfías, obedeciendo órdenes surrealistas, asistiendo a juntas vacuas.
Trasladado a los escritores: no tenemos un contrato; no trabajamos en el mismo lugar (solemos hacerlo en varios); en nuestro oficio no identificamos al colectivo sino a la individualidad, en parte porque el ego guía nuestros pasos y porque renunciar al ego sería renunciar al arte. Punto importante (tip): si es obediente no es un artista, recuérdalo. No seguiríamos órdenes ni solemos hacerle caso a quien no admiramos.
Recapitulo: sin trabajo específico, ni adscripción definitiva, ni quincenas, nadie podría exigirnos un pago de cuotas, ni obligarnos a asistir a reuniones de ningún tipo. No estoy diciendo que los escritores no hagamos cosas absurdas o necedades, sino que son de otro tipo y más originales.
¿Y los derechos del escritor? Son los mismos de casi todo ciudadano mexicano, pero, a decir verdad, hay muchos escritores que no los conocen (ignorancia), o no quieren ejercerlos (negligencia) o se niegan a ser parte de unas reglas (audacia) con las que no están tan de acuerdo, porque su patria es el lenguaje o porque se mudaron a Escritorlandia sin boleto de regreso.
De haberlo, ¿quién dirigiría nuestro sindicato? El más corrupto, claro, pero entonces habría una gran pelea, hay tantos escritores chuecos o que trabajan sucio, que estarían difíciles las elecciones, aunado a que ningún escritor haría campaña por otro voluntariamente, ni promovería el voto, ni participaría en algo tan aburrido.
Pongamos que sí hubiera un Sindicato de Escritores en México, que lo dirija un corrupto con ayuda de otros iguales, ¿cómo cobrarían las cuotas?, ¿de qué viviría y por qué de dádivas del gobierno (impuestos)?, ¿abandonarían sus trabajos para vivir de la mal llamada y torcida lucha sindical (jajaja)? La respuesta es no, al escritor le vale padre todo eso, su trabajo es escribir y llegar a un público.
Los trabajos del escritor (maestro, editor, investigador, afanador, corrector, periodista o esposo) conllevan ya sus sindicatos, instituciones anquilosadas y mafiosas que nada aportan a nadie; para muestra, pregúntele a un maestro de carrera contratado por el Estado si alguna vez su sindi le ayudó en algo.
Además, ¿qué harían ya juntos los escritores en relación con algo que no les interesa? Un escritor no tiene como objetivo ayudar a otros, pero no por gacho o díscolo, sino porque apenas puede consigo mismo, con sus nostalgias, miedos, amores, odios, líos, o bien, con los libros que escribirá y que le darán (o no) la fama y la fortuna que quizás anhela.
Por eso, considero que, en todo caso, cada escritor es su propio sindicato: Sindicato del Escritor Daniel Zetina, único miembro y líder mundial. Imposible que un oficio de solitarios, ermitaños, anacoretas, aislados logre tan falsa unión social, que además sería para provecho de alguien más, porque estar en un sindicato es ser borrego en un rebaño con oscuros intereses.
Existen, eso sí, la Sogem, el Pen Club y otros grupos de escritores. Son algo legal y privado, con sus principios y acciones, eventos y publicaciones, pero son eso: grupos, para eso sí nos alcanza como gremio. Hay muchos Clubes de Toby, eficientes o chafas, que nacen y mueren, hacen y deshacen. Son llevados por líderes emprendedores, que cuidan a sus ovejas más o menos, porque tampoco son pilmamas. Grupos sí, sindicatos no. Los escritores no trabajamos bien en un equipo que no elegimos o con quien nos cae mal.
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