Comencé a desarrollar publicaciones desde 2002, cuando me encargué de la gaceta de la Facultad de Humanidades, mientras estudiaba la Licenciatura en Letras. Con un grupo de compañeros sacamos varios números y comenzamos en el trabajo editorial.
Después hicimos la revista Tabique, que tuvo buenos resultados mientras duró. Antes de egresar la misma UAEM me contrató como corrector para algunos trabajos y luego, ya egresado, como editor del libro El asesinato de Elena Garro, tan polémico como interesante.
Fui invitado por la Dra. Lydia Elizalde a trabajar por honorarios en la recién creada en 2005 Coordinación Editorial (hoy Publicaciones UAEM), como Jefe de Redacción. En 2004 había fundado Ediciones Zetina en una pequeña habitación que rentaba en Las Palmas. Eso fue el inicio; lo demás, ya es historia.
He participado en la edición de cerca de 777 libros, lo que me ha dejado un tremendo aprendizaje; sobre todo, la noción de querer aprender más y de hacer las cosas con mayor calidad. Es la edición un camino infinito de experiencias.
¿Qué ha opinado la gente? Al inicio, los comentarios eran pesimistas, derrotistas y de mucha conmiseración, si no de lástima; pocos creían que un joven de origen pobre y proletario, de familia disfuncional, solo y con pocos conocimientos pudiera dedicarse a publicar libremente.
Escuché mensajes absurdos como «Da clases y solo edita en tus tiempos libres», «Empléate en una editorial y veinte años después podrás poner tu propio sello». Algún poeta acomodaticio y religioso me recomendó pedirle dinero al gobierno para cada libro, que no había otra forma de triunfar.
Después del golpe inicial, continué con el arrojo y la temeridad de quien nada tiene y nada puede perder. Tenía una licenciatura en lenguaje, pero nada de libros me habían enseñado ahí; sin embargo, mi pasión por ellos me valió para darme muchas horas de estudio y de práctica.
No me vendí al gobierno, preferí cobrarles a los autores o coinvertir con ellos en sus proyectos; de esta forma, el costo sería eficiente y nos permitiría a todos —incluso a los lectores— ganar o reducir las pérdidas y actuar con libertad.
En 2007 ganar la Beca Juan Grijalbo me dio un aliento necesario y me permitió sentirme parte de una generación de editores jóvenes, con ganas de hacer y resultados diversos.
En 2010 me sentía con mayores capacidades por los logros obtenidos y vivía de editar como había querido. Hacer manuales para escuelas le dio a mi trabajo un impulso agradable. Y profundicé más: encuadernación artesanal, diseño editorial más avanzado, textos editoriales más eficientes, asesoría integral. No paraba de aprender haciendo, con las virtudes y desventajas que eso conlleva, pero no tenía otra opción, ya vivía de esto.
Hacía libros sin parar y las críticas volvieron a aparecer: me decían que no tenía la calidad necesaria, que mis portadas eran de regulares a malas y que mejor me dedicara a otra cosa, incluso a escribir.
Una crítica mordaz recurrente fue que yo no debía publicar a cualquiera, sino que debía ser riguroso al elegir lo que hacía. En el siglo XIX sería útil el consejo, pero es una contradicción y una pose pusilánime en nuestros tiempos. Yo no publicaba solo por vivir, sino como un acto de justicia, para democratizar la edición, si puede decirse así. Por eso mi lema fue "Ser medio y no fin".
Sí escuché críticas favorables, como mejorar la calidad de la imagen, los contenidos y la producción, pero he desechado las opiniones salvajes y ridículas que recomiendan que haga otra cosa, porque esto solo es para ricos y herederos. Paradójicamente, los cientos de miles de ejemplares que he hecho se venden y cumplen su función literaria, social, familiar, educativa, estética o institucional y eso me complace.
Ahora llegué a un buen momento y sé que he aprendido, sin vanidad, más bien con mayor certeza. Editar es un oficio esforzado, solitario y de constante cambio, quien no lo entienda podrá perderse en palabrerías sin sustancia.
Comencé porque no había editoriales en Morelos. Veo con placer que hoy hay muchos sellos, de todo tipo, con propuestas y calidades diversas. Mi respeto y felicitación para todos.
Gracias a mis clientes, a los buenos colegas, a autores y proveedores, pero sobre todo a los lectores.
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