La resaca del terremoto lo trajo
Como muchos inmigrantes, Magdaleno llegó Cuernavaca después del terremoto de 1985 que casi destruyó la ciudad de México. Él era un chamaco y vino con su familia por unos meses, mientras rehacían su casa que el terremoto había destruido, pero los meses se convirtieron en años y la familia se quedó aquí.
–Mi padre trabajaba en la extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro. Yo tuve que entrar a la Secundaria 2, “Francisco González Bocanegra”, en Altavista. En esa época me gustó mucho el rescatismo y tomé varios cursos y talleres hasta convertirme en uno de ellos. Estuve buscando trabajo pero no es fácil encontrarlo, así que en 1991 tuve que irme por un tiempo a Tepetitla en el Estado de México, ahí entré a la academia de policías y me gradué y comencé a trabajar como policía municipal. Después regresé a Cuernavaca y comencé malabareando en los cruceros y haciendo reír en los camiones hasta volverme payaso de profesión, de eso hace más de catorce años.
El payaso levantador del ánimo del pueblo
Chistorete trabaja en toda la ciudad (forma parte de una empresa de animación y entretenimiento que se llama “Cerezita y sus payasos”, y los sábados y domingos trabaja en una fonda ubicada en la avenida Emiliano Zapata), pero desde hace varios años se concentra en el Mercado Adolfo López Mateos, en los camiones que van a Huitzilac. Llega a ganar doscientos o hasta quinientos pesos al día, pero en ocasiones no recibe un solo peso.
–Depende mucho del humor más que del bolsillo de la gente. Pueden andar con pocas monedas pero si les llegas te dan esas mondas. La gente puede ir apagada por diferentes razones: una muerte en casa, le robaron la cartera en el mercado, te abandonaron o abandonaste. Uno le va midiendo el humor a la gente y uno va realizando los esqueches -sketch o representación o escena, generalmente humorística, que dura de uno y diez minutos- sin llegar a la vulgaridad. El payaso debe hablar de la vida real pero con un poquito de humor para poder darle a la persona ese mensaje que necesita.
Sobre el oficio comentó que para él ser payaso es su afición, su pasión y su profesión:
–Tengo un hijo pequeño que actúa, se pinta, hace pantomima. Para muchos padres la idea de que su hijo quiera ser payaso podría ser negativa y reproblable, para mí no, ya que es un trabajo digno y tiene una función que es divertir a las personas para que éstas puedan trabajar y hacer lo que les gusta con ánimo, el payaso levanta el ánimo del pueblo. Tengo otro hijo: él, con este oficio de payaso se pagó su preparatoria y entró a la universidad y se sigue pagando sus estudios trabajando en esto.
La mala imagen
Chistorete también confirmó que hoy en día la imagen del payaso está muy distorsionada porque algunos de sus colegas no tienen la filosofía payasística. Se pintan por necesidad y suben a los camiones y no hacen reír y sí agreden. Pero hay otras razones por las que algunas gentes se inhiben cuando un payaso se acerca:
–Hay frases que decimos sin pensar y que van creando una imagen negativa, como “te va a llevar el payaso” o “te cargó el payaso”, que dan la idea que el payaso es malo. (La referencia viene de la película It, estrenada en 1990, traducida como Eso, el payaso asesino Pennywise, de Stephen King, inspirada en John Wayne, un asesino serial de niños estadounidense) O que minimizan el oficio, como declaraciones de personajes públicos. Andrés Manuel López Obrador dijo una vez: “Ya me voy a ganar un peso aunque sea de payaso”. Los verdaderos payasos, de corazón, nos preparamos, tenemos reuniones, talleres y eventos donde se enriquece más este arte.
La ley de la calle
La calle es como la selva y sobrevive no el más fuerte sino el que se adapta a ella: chicleros y demás vendedores, guitarristas, payasos, todos quieren subir a las rutas y camiones foráneos y obtener dinero, a pesar de la prohibición expresa en los letreros de las unidades de que no se les permite la subida.
–En la calle no hay reglas pero nosotros hemos creado una para que podamos convivir: el primero es el primero, es decir, si alguien pide la subida a la unidad y se sube hay que dejar que venda o haga su trabajo; claro, esto depende del operador, hay algunos que nos corren o que se enojan porque no le dieron permiso al compañero y éste se sube a fuerzas. Incluso algunos compañeros payasos se han hecho de palabras con los conductores pero eso a nosotros no nos conviene porque nuestra imagen es de alegría, de humor, no de terror o pleito.
Reír llorando
Magdaleno Alfonso Argandar Ortiz se ha levantado en muchas ocasiones de mal humor por diferentes razones, dolores físicos o espirituales, pero se ha ido a trabajar así: se transforma en Chistorete greñas locas y éste no puede estar triste o enojado o ausente, debe hacer reír, levantar el ánimo de la gente aún cuando el suyo pese tanto y esté por los suelos; ese es su trabajo, de eso vive.
–Yo tuve un tío que quise mucho. Fue como un segundo padre para mí. Un día estaba yo dando un show en Cuernavaca y me avisaron que mi familiar había fallecido. Cuando acabé mi actuación le dije al público: “Sé que durante mi chou estuve un poco distraído y triste, pero antes de entrar me avisaron que mi tío había muerto y eso me afectó bastante. Disculpen si no pude actuar como hubiera querido”. La gente lo entendió y me aplaudió muchísimo.
Esa fue la ocasión que más me han aplaudido en mi vida".