Javier explica que hace aproximadamente un año y medio, en el taller de herrería de su padre, tuvo la idea de construir piezas de exhibición y le pidió un lugar y materiales como soldadura y sopletes para fabricar algunas cosas que tenía en la cabeza y que quería ver construidas. El resultado le gustó mucho:
“Fueron cochecitos de carrera o carros raros, camionetas, camioncitos, motocicletas los que salieron y los que han ido saliendo de mi imaginación”.
En un espacio muy pequeño de la explanada de la plaza cívica de Tehuixtla, Javier tenía en el suelo cerca de veinte piezas de exhibición fabricada con tuercas, tornillos, engranes, ejes. También había dos bancos giratorios y una mesa, la superficie estaba construida con un marco de fierro y con trozos de metal como llaves mecánicas, baleros, rondanas y demás pedacería, montada sobre dos manubrios de bicicleta con sus tijeras.
Mencionó que en últimas fechas, además de carritos y motos, le han pedido muebles y que eso le ha impuesto retos que le gustan porque así trabaja su imaginación y los resultados son inesperados pero satisfactorios.
En relación con el material que emplea abundó:
“Son piezas que consigo en los desechos de los talleres mecánicos, en los centros de acopio o en deshuesaderos. Algunas me las regalan pero también tengo que pagar por otras que necesito cuando ya comencé el proyecto y es justamente esa pieza la que requiero, por su forma y el material”.
Javier tiene una manera de trabajar muy especial:
“Comienzo con una idea pero conforme voy avanzando esa idea va tomando forma y del metal surge el camioncito o el coche o la motocicleta o lo que surja. Así es como trabajo, aunque hay veces que tengo ya en la cabeza lo que quiero hacer y voy seleccionando las piezas y le voy dando forma hasta que quedan como las imaginé; cuando no encuentro las piezas voy y las consigo en los talleres”.
Sobre el tiempo que tarda en concluir una obra, el escultor narró que es variable:
“Éste, por ejemplo lo acabé en dos días”, dijo, mostrando un camioncito de metal que por lo bien acabado que está cualquiera dudaría que lo hubiera hecho en tan poco tiempo.
“Bueno. Lo hice en dos días porque estuve de vacaciones y trabajé mucho sin sentir el tiempo. Cuando doy clases, sólo le dedico algunas horas por la tarde a estos trabajos y desde luego me tardo más. También influye el tamaño de lo que estoy construyendo o el detalle, porque hay piezas pequeñas que pueden tener mucho detalle”, expuso.
Durante la segunda edición de la Feria del Queso, Pan y Rompope en Tehuixtla, que se llevó a cabo del 25 al 28 de agosto, Javier consiguió varios pedidos. Incluso hubo un prospecto de cliente que le dijo que si podía hacer algunas piezas por mayoreo:
“Espero que salgan buenos proyectos y también que pueda yo seguir disfrutando de esto que hago. Nada se compara con ver terminado, tocar, palpar, algo que estaba en mi mente, algo que se pone en las manos de las personas, que se lo llevan y que disfrutan tanto como el que los hizo, y además lo comparten”, dijo.